https://youtu.be/vVOudiHeRMo
«La paciencia es la madre de la ciencia», dice el refrán. Y yo añadiría que lo es, especialmente, si hablamos de la ciencia de educar, sobre todo cuando hablamos de educar a nuestras hijas e hijos. Y es que, siendo realistas y aunque dicha tarea nos proporciones inmensidad de momentos placenteros, mentiríamos si no dijéramos que, a veces, nuestros vástagos pueden llevarnos hasta el límite de nuestra capacidad de aguante. Va en el cargo de madre y padre y también en el de ellos y ellas. Hay que tenerlo asumido.
Partiendo de esta premisa y habida cuenta de que, con el inicio de las vacaciones, vamos a pasar más tiempo con nuestros hijas e hijos, ahí van una serie de consejos que esperamos os (nos) sirvan para sobrellevar mejor estas situaciones y, sobre todo, de cara a no empeorarlas.
1.- No tomarse como algo personal la conducta de los niños y niñas. Sus actitudes no están encaminadas a molestarnos y, por lo tanto, no deberíamos recibirlas de esta forma.
2.- Adultez e infancia. Etapas totalmente diferentes, cada una con sus características. Si somos capaces (que lo somos) de identificar esto, debemos empatizar y caer en la cuenta de que sus comportamientos (movimiento, acción, juego…) son los propios del momento vital en el que se encuentrran.
3.- Llamadas de atención. Sí, claro, nos necesitan y nos lo hacen saber a menudo.Nosotros y nosotras también hemos de atender esas demandas.
4.- Normas claras y concisas. Si nuestros hijos e hijas conocen de antemano e incluso, en algunos casos, pueden ser partícipes a la hora de confeccionar ciertas reglas dentro de la dinámica familiar, será más fácil hacerles saber a qué tienen que atenerse.
5.- Estrategias clásicas antes de explotar: tomar aire, contar hasta diez…
6.- Jugar con ellos y ellas, practicar algún deporte al aire libre, darles y darnos espacio… de esta forma, seguro que todas y todos nos relajaremos o crearemos un ambiente de mayor distensión.
7.- Si les ayudamos a identificar y expresar sus propias emociones, contribuiremos a crear un clima de confianza y a que sus comportamientos, en determinados momentos, sean más apropiados.
8.- Vamos a reírnos. O, al menos, tratemos de no dramatizar. Como se ha dicho al principio, muchas de las situaciones que nos llevan a perder los papeles corresponden a la normalidad inherente al periodo en el que tanto ellas y ellos como nosotras y nosotros nos encontramos por lo que tratemos de verlo con sentido del humor.
En fin, son cosas de perogrullo las que aquí se comentan pero no está de más que, de vez en cuando, alguien nos las recuerde. Esperemos que os sirvan del mismo modo que esperamos que paséis un gran verano con vuestras hijas e hijos aunque en algún momento, pues eso, nos puedan llevar hasta el límite.
Vía: Educapeques
Comentarios cerrados.