El Sufrimiento de la Excepción: el Sufrimiento de la Madre de un Acosador

Desgraciadamente, uno de los temas que más atendemos en el Teléfono de Atención a la Infancia y a la Adolescencia, 116.111, es el referido al acoso entre iguales dentro del marco escolar, también conocido como Bullying. Es un hecho que constatamos en este servicio y del que también se están percatando otros agentes como, por ejemplo, la presidenta de la Asociación contra el Acoso Escolar (ACAE), Encarna García, quien, en una entrevista concedida reciéntemente, se mostraba preocupada por el alto número de casos de acoso escolar que tienen identificados en Euskadi.

Mayoritariamente, las personas que llaman al 116.111 para dar a conocer una situación de Bullying suelen ser madres, padres o menores que han sufrido acoso, chavales y chavalas atacadas y sus familias, que llaman para exponer lo vivido, buscando orientaciones sobre cómo abordarlo, etcétera. Estas consultas suelen estar marcadas por la angustia, la preocupación, el agobio ante lo que está sucediendo, describiendo, en muchas ocasiones, situaciones muy duras.

Sin embargo, hace unas semanas, recibimos una llamada al 116.111 que, pese a ser para hablar de un caso de Bullying, cambiaba sustancialmente con respecto a las habituales: la persona que llamaba era familiar de un chico acosador, de un adolescente que había estado atacando a un chico de su colegio. Esta consulta, como las de las personas acosadas, también estuvo marcada por la angustia, la preocupación, el agobio y, en este caso concreto, por la decepción, la decepción de una madre por el comportamiento de su hijo.

Así, esta persona refirió acabar de enterarse de que su chaval había protagonizado un acoso constante hacia un compañero, basado en insultos, burlas, aislamiento social, etc… Esta madre llegaba a responsabilizarse de qué habían hecho mal en casa para que su hijo se haya dedicado a hacer algo así; en este sentido, se le recordó que ella y su familia no son responsables de este comportamiento y que, en este caso, el principal responsable es él.

Posteriormente, se habló de la necesidad de que su hijo viese y tuviese unas consecuencias ante dichos actos. La señora confirmó que ya se habían puesto a ello y que le iban a exigir una reparación, así como una petición sincera de perdón hacia el menor acosado. Además se le transmitió la necesidad de que ella y el padre del chaval le transmitiesen a éste lo apenados que estaban por este hecho y que hablasen con él en términos de empatía (¿te gustaría que a ti te hiciesen algo así?), etc…

Con todo, desde ZEUK ESAN, valoramos muchísimo la llamada de esta mujer y le reforzamos por lo que estaba haciendo. Y es que en la entrevista que señalábamos antes a Encarna García, en la última pregunta, la presidenta de ACAE afirmaba que la inmensa mayoría de madres y padres de chicos y chicas acosadores niegan la participación de sus hijas e hijos en este tipo de actos y que son contadas las excepciones como la de la llamada relatada. Además de reconocer que en el 116.111 efectivamente esto se cumple, también comprobamos que esas excepciones también pueden llegar a sufrir y a pasarlo muy mal y que, en esos momentos, también merecen todo el apoyo posible.

*** SI TU HIJA O HIJO SUFRE ACOSO ESCOLAR O BULLYING O CONOCES A ALGUN MENOR VIVIENDO UNA SITUACIÓN DE ESTE TIPO, LLÁMANOS AL TELÉFONO 116.111 ***

Cómo perder la autoridad ante los hijos e hijas

En Zeuk Esan, con cierta frecuencia tenemos llamadas de padres y madres que no saben qué hacer con sus hijos e hijas, porque se saltan las normas, no cumplen con sus responsabilidades, exigen respeto y no aceptan sus indicaciones….

Cuando llega la adolescencia, los comportamientos cambian. Los menores entran en crisis y tienen que salir de ella convertidos en adultos autosuficientes, preparados para vivir por su cuenta.

Y esa es la responsabilidad que tenemos los progenitores: cuidarles, y cubrir sus necesidades básicas, incluidas las afectivas, para que el día de mañana puedan ser adultos independientes y autosuficientes. Y de esa responsabilidad emana la autoridad que padres y madres deben ejercer.

Pero nunca debemos confundir proteger y cubrir necesidades, con sobreproteger y dejar hacer a la otra persona su santísima voluntad, reírle todas las gracias y permitir que transgreda todos los límites, porque luego en ese cambio de la adolescencia podrían volverse incontrolables. La pregunta a veces es “¿Cómo hemos podido llegar a esto, yo que di todo lo que me pidió y jamás le faltó?
Hoy he leído la noticia que me ha traído a estas líneas: “Una madre agrede a una profesora delante de la clase de su hijo”.
Como progenitores, perdemos autoridad con esas exhibiciones de violencia, porque son públicas y porque es violencia, pero además, restamos autoridad al profesorado que además de educar, es figura de autoridad, referente para los menores. Si  los desvalorizamos de esa manera estamos plantando las semillas de esa adolescencia que no respeta y se salta los límites…, que es lo que ha visto hacer a sus mayores. En fin, una pena.

Expresión de emociones: ¿Qué ejemplo transmitimos?

Muchas veces nos quejamos de las expresiones violentas de nuestos hijos e hijas. A mí, no me gustan, pero volviendo al tema de la congruencia que tratábamos en otras entradas, ¿qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos e hijas? ¿Qué educación emocional?.

La mayoría entre los de nuestra generación, no recibimos cursos de crecimiento personal, habilidades sociales o control emocional. Hemos aprendido a expresar emociones por observación (cómo se expresa mi entorno) y por ensayo y error (qué consecuencias tiene para mí y para los demás la actuación de mis emociones).  Pero tampoco aprendimos a enseñar esas habilidades y repetimos esquemas: enseñamos a nuestros hijos e hijas lo que sabemos, a veces con más aciertos que otras, pero un poquito con la sensación de que no controlamos el mensaje, sino que se nos escapa por todos los poros.

Sin  ir más lejos, tenemos claros ejemplos en nuestro entorno gracias a los eventos deportivos. A nuestras criaturas las decimos desde pequeñas que hay que ser tolerantes, que nuestra libertad acaba donde empieza la del otro….y llegado el momento de la verdad, salimos en «los papeles» porque viendo una importantísima final del fútbol, el «otro» no apoya a «mi equipo». ¡Vaya lección de tolerancia! y lo digo con toda la ironía del mundo.

Pero este mundo no va tan mal y siempre se puede aprender algo, también los mayores de los jóvenes, que te cuentan hoy en el desayuno que se juntaron en un bar a ver el partido de la final un montón de gente de ambas selecciones, que lo vieron en armonía, con los típicos piques y comentrarios salseros y que al final se felicitó a los ganadores, como nos dijeron de peques que se debía hacer, lo de saber perder….y saber tolerar. Esa es una bonita lección y un punto positivo para nuestra juventud, que no está tan mal por mucho que desde Aristóteles se venga diciendo que «esta juventud que no tiene principios ni respeta  a sus mayores…..»

Todas y Todos Somos Responsables

Todas y Todos Somos Responsables

A menudo, recibimos llamadas al 116.111 de madres y padres que están viviendo episodios conflictivos con su hijo o hija adolescente; pugnas de autoridad, cuestionamiento de los límites, empoderación de las y los menores en casa… que los progenitores no están sabiendo gestionar y controlar.

La mayor parte de estos planteamientos que exponen estas madres o padres parten de ejemplos concretos que están viviendo en esos momentos y que, para ellas y ellos, ya es la gota que ha colmado el vaso: amenazas, chantaje e incluso agresiones filio-parentales que, en nuestra opinión y en la mayoría de los casos, no dejan de ser síntomas de una evolución de, en general, una mala práctica educativa.

Por ello, solemos tratar de hacer un poco de historia o recorrido para saber cómo ha sido la relación entre madre/padre e hijos/as hasta llegar a la situación de que el o la adolescente llegue a ese punto: ¿normas poco claras en casa?, ¿ausencia de alguna de las figuras paternas?, ¿excesiva permisividad?, etc…

En estos como en otros casos, las chavalas y chavales que tienen estos comportamientos son los principales responsables como actores directos de los mismos pero, como en casi todas las cosas, siempre se pueden encontrar causas que expliquen cómo se ha llegado a dicha situación. Y es aquí donde, en muchas ocasiones, empezamos a notar, al otro lado del auricular, que a estas madres y padres no les gusta ahondar en esas causas porque (insistimos, en la mayoría de los casos) se descubre que buena parte de la responsabilidad les corresponde a ellos y a ellas.

Y es aquí, con el fin de huir de ese sentimiento de culpabilidad, cuando muchos padres y madres comienzan a achacar a otros agentes o terceras figuras su cuota de responsabilidad: escuela, profesionales de la sanidad, Educadoras, Psicólogos e incluso equipos de fútbol…

Con todo, entendemos que ningún padre o madre llama a Zeuk Esan para escuchar cómo se le «lee la cartilla» y tampoco es éso lo que se pretende desde este servicio, pero sí vemos necesario que sean conscientes de que todas y todos tenemos nuestra parte de responsabilidad cuando se llega a situaciones así. Y sí, entendemos que puede doler escucharlo, pero no podemos callarnos por ello. Otra cosa es que, una vez dicho, a veces (afortunadamente, las menos) nos cuelguen el teléfono.

Una infancia arrebatada

Esta mañana conducía mi coche, en dirección al trabajo, cuando por la  radio escuchaba la noticia de cómo una niña de 12 años se hallaba en avanzado estado de gestación. La menor fue violada a la edad de 11 años por el novio de su madre, según se sospecha y está en estos momentos albergando en sus entrañas una criatura de seis meses.

Parece ser que durante todo este tiempo nadie ha reparado en esta chiquita, ni en su cada día más abultada barriga. Con su padre cumpliendo condena en la carcel, esta niña ha sido invisible a la mirada de su madre, que era con quien vivía. No mirada y no existente. A su vez, ha sido impunemente desgarrada y usada por un individuo, haciendo uso de la fuerza, enferma lascivia e inhumanidad propias de un ser difícilmente catalogable como persona.

Las autoridades, al conocer los hechos, han suspendido la Patria Potestad a la madre y asumido la Tutela como primera medida protectora. Teniendo en cuenta la gravedad de lo sucedido, es legítimo pensar que tal medida  sea irreversible y el futuro de esta niña pase por la vía del acogimiento familiar permanente o preadoptivo. La de la niña y la de su futuro bebe claro, porque según parece la legislación vigente no permitirá la práctica del aborto al haber trascurrido seis meses desde la fecha de la concepción.

No parece que la vida de esta niña haya sido fácil. No parece que lo vaya a ser. Sin embargo, quiero pensar que las autoridades competentes, aún están a tiempo de procurarle un futuro familiar alternativo que le permita elaborar el daño sufrido, que el sostenga emocionalmente y enseñe a comprender que ella es un ser digno de amor, de respeto y que tiene derecho a ser feliz. Ojala, dentro de un tiempo, este suceso atroz sea una sombra asumible para esta niña precozmente arrebatada de su inocencia.

Mi Padre Es Un Hooligan

Este fin de semana fui a ver al hijo de unos amigos a un partido de hockey sobre ruedas. ¡¡¡Qué experiencia más “educativa”!!!

Los padres y madres pidiéndoles a sus hijos que metieran los sticks al contrincante por “no sé dónde”. Un horror. Yo no daba crédito. Sabía que el deporte escolar tenía ciertos aspectos bastante tristes, pero verlo en vivo, directo y a lo grande, me sobrecogió.

Hoy encuentro en un periódico un artículo muy interesante al respecto. Os incluyo el enlace para que podáis leer el artículo entero. No tiene desperdicio: “ mi padre es un hooligan”.

La Federación de Fútbol de Murcia emprendió hace dos años una investigación para medir la violencia verbal en categorías infantiles, concluyendo que: “los padres causan el 80% de los altercados en el fútbol base. Psicólogos, árbitros y deportistas piden acabar ya con la violencia”.

Un ejemplo en el extremo de lo negativo fue un árbitro noqueado en el suelo por un padre, cuando los chavales se habían portado divinamente;  en el lado de lo ejemplar, un chaval de 15 diciéndole a sus furibundos seguidores que ‘un poco de respeto para este hombre’.

Además, de la violencia física y verbal hacia los contrarios, es notoria la presión de los progenitores hacia los hijos, que también es muy agresiva y contribuye a menoscabar la autoestima y la seguridad. Según se expone en el artículo, “mientras las madres se desgañitan, algunos padres se ven súbitamente abducidos por el espíritu de Mourinho: dan órdenes, corrigen posiciones, claman contra el árbitro y, quizá sin pretenderlo, cargan a sus hijos con fardos imposibles de llevar.”

La presión paterna se palpa no sólo en el fútbol, sino también en otros deportes. Pepu Hernández, exseleccionador nacional de baloncesto y actual técnico del Joventut, narra “llegué a saber de uno (padre) que le daba la paga a su hija según los puntos que metía en el partido”.

Según Fernando Gimeno, profesor de Psicología del Deporte en la Universidad de Zaragoza. « los chicos buscan el reconocimiento de sus padres. En estas circunstancias, el mensaje de ‘yo quiero que seas el mejor y no puedes fallar’ resulta mucho más negativo que el de ‘esfuérzate, haz lo que puedas y disfruta’. Cuando un padre se obsesiona por que su hijo brille (y no solo en el deporte), eso suele acabar mal».

En el artículo citan un corto que os recomendamos ver con vuestros hijos e hijas,  se titula “Seis Contra Seis” . No os lo perdáis.

Tengo muy claro que siempre estamos educando y siempre somos modelos educativos, aunque nuestros hijos e hijas tengan 17 ó 27 años. El que los progenitores pierdan los papeles, insultando al árbitro, a las otras personas que compiten, y a las familias de éstas, no es nada educativo. Bueno, educar educa, ¿pero era eso lo que queríamos que aprendieran?.

A mí lo que me da ánimos, es que, según el artículo; los chavales y chavalas muchas veces dan buen ejemplo a sus familias. Materia prima tenemos. El tema ¿es cómo la trabajamos?

Jokin: In Memoriam

Este 2011 se cumplen siete años de un suceso que conmocionó a la ciudadanía vasca y que, desgraciadamente, sacó a la luz una problemática que sufren a diario muchos jóvenes en sus centros escolares: el suicidio del joven de 14 años Jokin Ceberio en Hondarribia como consecuencia del acoso que sufría por parte de otros menores.

Durante estos días, el caso de Jokin ha vuelto a cobrar actualidad debido al pronunciamiento que el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha realizado al respecto, según el cual, se condena a pagar 10.000 euros a los padres de cada uno de los siete menores que fueron declarados culpables de acosar a Jokin; además, se considera probado el acoso que el adolescente sufría dentro de su instituto pero se exonera al mismo de cualquier responsabilidad en este sentido.

Sin entrar a valorar dicho fallo, desde Zeuk Esan queremos mostrar nuestra solidaridad con su familia y amigos y alertar de que, desgraciadamente, a día de hoy son muchos los chicos y las chicas que llaman al 116.111 señalando que sufren situaciones como las que Jokin debió padecer: burlas, agresiones, abandono…

Es conveniente recordar que el Bullying (anglicismo con el que se denomina al acoso escolar) se produce tanto fuera como dentro del centro escolar, que (generalmente) es realizado por los mismos agresores, con una regularidad periódica y en la que hay otros agentes implicados, como el agresor o agresora pasiva, es decir, áquel o áquella que aún siendo conocedor o conocedora de la situación de maltrato que puede estar sufriendo un menor, no hace nada por evitarlo.

Para tratar de prevenir este tipo de comportamientos creemos firmemente en la Educación como herramienta fundamental; una transmisión de valores a nuestros chicos y chicas a través de los cuales se fomente el respeto y la empatía. Es tarea de todos los centros el promover actividades orientadas a tal efecto, de forma transversal en las asignaturas habituales que se trabajan en el aula, así como mediante otro tipo de acciones más directas.

Asimismo, los centros deben permanecer en constante alerta para proteger al agredido o agredida y frenar las conductas agresoras, en el caso de que se llegue a dar una situación de este estilo. Está claro que es difícil detectar este tipo de situaciones, de ahí esta llamada al esfuerzo que propugnamos.

La desgraciada muerte de Jokin hizo que se estableciesen protocolos de actuación en este sentido, provocó que la palabreja, Bullying, fuese ampliamente conocida y que se visibilizase una problemática que, como venimos diciendo, es, desgraciadamente, demasiado común. Resulta francamente difícil ponerse en la piel de lo que debió sentir Jokin y lo que sienten otros chicos y chicas que hoy viven situaciones parecidas. Por ello no queremos que este In Memoriam sea simplemente éso. No. Queremos que el caso de Jokin sirva para que no nos olvidemos de una problemática sobre la que tenemos que seguir trabajando para erradicarla de nuestros centros escolares. Y en este barco tenemos que subirnos todos y todas: escuela, instituciones, ciudadanía, asociaciones, etc…

Para acabar, queremos recordar que si conoces a algún menor que pueda estar viviendo una situación de este tipo, no dudes en llamarnos al 116.111.