Hoy mi hijo, me ha mirado muy serio y me ha dicho que teníamos que hablar. Cuando me dice eso, me paro y me agarro, por lo que pueda venir.
Al final, he respirado, porque el tema, aunque tiene miga, no era tan grave.
Propone traerse de vacaciones a un amigo. Uno muy majo, que no da guerra, que se enrolla muy bien, que come poco y cabe donde cabe una silla….(como aquella lavadora, ¿alguien se acuerda?).
A mí esto me ha traído recuerdos de hace un puñado de años, con los mismos que él tiene ahora. Invitabas a tu mejor amigo al pueblo para que conociera y compartiera tu otra vida, la de las vacaciones salvajes en un pueblo perdido en donde hace sol y calor o sol y frío. Donde no hay hora de entrada, donde la casa es antiquísima y recorrerla por todos sus rincones da escalofríos, las cuadras, el pajar… (Es genial ver la cara de la gente cuando se lleva una telaraña pegada a la cara…) Presentarlo a tus amigos, que vienen de toda la geografía del país y os veis una vez al año y os conocéis desde pequeños…y sois completamente distintos. En la misma ciudad nunca habríais salido juntos, seríais “enemigos naturales”, pero en el pueblo en vacaciones y siendo sólo cuatro gatos, se hace gala de la más exquisita convivencia para poder pasar el verano divertido…
Pues sí, vaya recuerdos. Y aquí le tengo intentando explicarme sus razones de por qué quiere llevarle y para qué…y que pueden dormir en el suelo, (porque entre tíos y primos la casa está llena)…y si no en tienda de campaña…Y pones cara seria, como de que sopesas la situación, ”lo hablaré con tu padre y con la abuela, que es su casa y es la que manda”… “¿Ya le has explicado a tu amigo cómo es aquello, que no hay tele, ni tienda de chuches, ni consolas, ni cobertura telefónica, lo cual incluye Internet?”. Y te dice a todo que sí….
Me veo igualita que mis padres hace todos esos años, repitiendo las mismas advertencias.
Pero lo más difícil siempre era la convivencia.
Los mayores buscan tranquilidad y los jóvenes se aburren y buscan marcha…La casa llena de parientes, toda la familia al completo, y las orejas comienzan a echar humo…y los jóvenes, que llegan tarde y piden salir a pueblos lejanos que hay que ir y volver en coche….
Lo más difícil, insisto, era la convivencia, cuando presentabas tu mejor amigo del invierno a tus mejores amigos del verano y se miraban raro, como midiéndose, y se echaban el pulso, mirada crítica… y tú sabías seguro, segurísimo, que si querían, si todos ponían de su parte, sería genial….