Adolescentes

Tribus adolescentes
Tribus adolescentes

 

¿Quién son los/as adolescentes?
Ni niños/as ni personas adultas en medio de una nada confusa y ambigua. La edad de inicio estaría alrededor de 9-12 años, variando según el/la niño/a y el sexo. Y suele durar alrededor de 10 años, también en función de la sociedad en que se encuentre. Por ejemplo en algunas tribus, el paso de la infancia al adulto se hace de golpe, no hay un período de paso como el de adolescencia.

¿Los/as adolescentes son conflictivos?
Tal vez sí, pero también es cierto que estudios muy recientes contradicen la idea de que la tensión y el malestar psíquico sean una parte normal y necesaria de la adolescencia. No tendría que ocurrir que los adolescentes, por el hecho de serlo, sean conflictivos. Los/as adolescentes que atraviesan por conflictos serios y crisis de identidad, necesitan ayuda por estos problemas, no por pasar por un período de crecimiento determinado. Como período de crecimiento es diferente a otro.

¿Adolescentes, rebeldes o amigos?
Es un poco como una caricatura de la adolescencia: un grupo de amigos/as inconformistas y que se rebelan contra casi todo.

El/la adolescente, que ya no es un niño ni una niña, va construyendo poco a poco lo que al final será un adulto, con una identidad propia y formada y la necesaria autonomía personal. Para llegar a esto, los jóvenes empiezan a pensar en criterios propios, a ensayar conductas diferentes y a querer hacerlas valer delante de la familia. Los padres y madres empiezan a tener miedo del ansia de libertad de estos hijos e hijas, de sus discrepancias, de los enfrentamientos casi diarios, de la oposición sistemática.

No son unos niños pero los padres siguen estando preocupados por ellos como antes, cuando eran unos niños. La obediencia que el hijo tenía cuando era niño ahora es imposible y le resulta a él mismo molesta e insoportable. La niña a la que le gustaba ir con los padres ahora quiere ir con su grupo de amigos. Y los padres pueden no entenderlo a la primera, porque es difícil para las madres y padres percatarse que las hijas e hijos se hacen mayores.
Y de aquí que empiecen las disputas familiares, donde el adolescente estirará hacia fuera y la familia hacia adentro. Él, queriendo defender el que piensa que son sus derechos y los padres queriendo imponer su autoridad.

¿Es negativa esta rebeldía de los adolescentes?
Habría que preguntarse antes que nada qué personas queremos que sean nuestros hijos/as de adultos: unas personas que digan sí a todo, que no sepan defender sus intereses, que sean sumisas en sus relaciones interpersonales, o unos adultos que sepan defender sus opiniones y que digan lo que quieren y sienten e intenten conseguir lo que desean? Las madres y padres estamos ayudando a los nuestros hijos a crecer, y crecer quiere decir hacerse personas adultas.

Es por eso que si los/as adolescentes están aprendiendo a ser adultos, es normal que vayan ensayando conductas de adulto, de autonomía y de independencia, en una actitud alejada del conformismo. Serán inconformistas y rebeldes e irán aprendiendo a ser mayores.

Un/a joven incapaz de dar la cara ante nadie, de defender lo que piensa, de hacer valer sus derechos, supone un problema más grave que un/a joven inconformista y rebelde. Los padres debemos saber discernir entre aquellas conductas infantiles de aquellas otros de inconformismo adolescente. Y sus actitudes agresivas, insolentes y descaradas no deberíamos tomarlas como ofensas imperdonables, sino como errores en su sistema de aprender a ser adultos en libertad.

A veces los padres toman mal estas actitudes, porque sus hijos e hijas adolescentes les hacen ver las contradicciones entre lo que los mismos padres dicen que hay que hacer y el que ellos hacen. Porque en estas edades también son idealistas y desinteresados, siendo un buen momento por iniciar actividades solidarías, de ayuda o acodamiento a actividades sociales. Continuar leyendo «Adolescentes»

¿Coméis en familia al menos cinco veces a la semana?

Hay días dónde nuestros niños y niñas tal vez no lean, puede incluso que no usen el álgebra más de una vez al día, y que en todo su día no escriban y no pongan de manifiesto las reglas ortográficas. Pero lo que si hacen todos los días es: COMER!!!!

¡¡¡¡Eso sí, que debiera ser importante en la experiencia educativa de nuestros hijos/hijas!!!: una buena educación continua sobre alimentación y hábitos saludables.

¿Y qué está pasando? ¿Por qué hemos pasado de alimentarles a demanda en sus primeros meses, a ir introduciendo poco a poco los alimentos, a merendar bollería industrial y zumos envasados, ver la fruta de lejos, e incluso a permitir que nuestros adolescentes tomen de hamaiketako palmeras de chocolate o gusanitos?

Parece que el seguimiento y control de los hábitos alimentarios, están condicionados por la ausencia de los padres del domicilio durante buena parte del día, como por la fuerte presión hacia una dieta vinculada a las prisas. Pero la verdad es que debiéramos tanto desde casa como desde los centros educativos tener la obligación, dado que es nuestra responsabilidad, de educarlos de manera continua en unos hábitos saludables.

En este enlace recordamos lo que no podemos olvidar. Del mismo modo, os animamos a que os reservéis 1:23 minutos para disfrutar del documental “Más allá del peso” donde se pone de relieve de una manera muy impactante la importancia de una alimentación saludable. Lo podéis ver más arriba dándole al ‘Play’.

También os animamos a que os preguntéis si coméis en familia al menos cinco veces a la semana. Si la respuesta es que no, habrá que pensar en revisar vuestro modelo, ¿no?

EL BIENESTAR DE LOS HIJOS/AS ANTE LA SEPARACIÓN DE SUS PADRES Y/O MADRES

La composición de los hogares familiares con hijos/as, está cambiando rápidamente con el aumento de las rupturas de pareja. Este cambio afecta tanto a la estructura familiar como a las relaciones entre sus miembros.

Teniendo en cuenta que la familia es el contexto inmediato y el sistema de apoyo principal de los/as hijos/as, las rupturas de pareja suponen una transición difícil para los/as más jóvenes. La inestabilidad creada por la ruptura, puede generar un desequilibrio emocional y sentimientos intensos, en estos/as, con posibles tasas altas de ansiedad, dificultades interpersonales etc.

Pero el grado de malestar de los hijos e hijas depende de factores diversos. Por un lado, la adaptación del padre y/o la madre ante la nueva situación familiar y personal. Por otro, el apoyo de fuentes externas, como pueden ser los familiares y amigos. Y por último, la relación entre ambos congéneres. Además, la continuidad del conflicto después de la ruptura, puede incrementar la hostilidad en las relaciones, agravando aún más la situación de los/as más jóvenes de la casa, ya que la prolongación del conflicto en el tiempo, puede dificultar el buen desarrollo psicológico, físico y escolar de estos/as chicos/as.

Con todo ello, no nos debemos de alarmar y si buscar la forma de afrontar la situación más adecuada para el bienestar de hijos e hijas. Este afrontamiento supone:

  1.  Mantener una comunicación estable y segura entre los hijos/as con el padre o la madre. Asimismo, buscar un entendimiento adecuado entre la madre y el padre.
  2.  Reorganizar las responsabilidades de los adultos con respecto a sus hijos/as, teniendo en cuenta el bienestar de estos/as.
  3.  Promover la adaptación y la autoestima de los miembros de la familia.
  4.  Mantener los vínculos de coherencia y la unidad familiar.
  5.  Proporcionar apoyos necesarios y seguros a los hijos e hijas.
  6.  Mantener y desarrollar el apoyo social.
  7. Controlar el impacto de la situación para evitar la repercusión negativa en los/as  hijos/as.

En conclusión, se basaría en facilitar una buena adaptación a la nueva situación familiar teniendo en cuenta en todo momento el bienestar de los/as hijos/as.

Cómo perder la autoridad ante los hijos e hijas

En Zeuk Esan, con cierta frecuencia tenemos llamadas de padres y madres que no saben qué hacer con sus hijos e hijas, porque se saltan las normas, no cumplen con sus responsabilidades, exigen respeto y no aceptan sus indicaciones….

Cuando llega la adolescencia, los comportamientos cambian. Los menores entran en crisis y tienen que salir de ella convertidos en adultos autosuficientes, preparados para vivir por su cuenta.

Y esa es la responsabilidad que tenemos los progenitores: cuidarles, y cubrir sus necesidades básicas, incluidas las afectivas, para que el día de mañana puedan ser adultos independientes y autosuficientes. Y de esa responsabilidad emana la autoridad que padres y madres deben ejercer.

Pero nunca debemos confundir proteger y cubrir necesidades, con sobreproteger y dejar hacer a la otra persona su santísima voluntad, reírle todas las gracias y permitir que transgreda todos los límites, porque luego en ese cambio de la adolescencia podrían volverse incontrolables. La pregunta a veces es “¿Cómo hemos podido llegar a esto, yo que di todo lo que me pidió y jamás le faltó?
Hoy he leído la noticia que me ha traído a estas líneas: “Una madre agrede a una profesora delante de la clase de su hijo”.
Como progenitores, perdemos autoridad con esas exhibiciones de violencia, porque son públicas y porque es violencia, pero además, restamos autoridad al profesorado que además de educar, es figura de autoridad, referente para los menores. Si  los desvalorizamos de esa manera estamos plantando las semillas de esa adolescencia que no respeta y se salta los límites…, que es lo que ha visto hacer a sus mayores. En fin, una pena.

Mantengamos la Calma

Mantener la calma. Sí, sabemos que este ejercicio en según qué circunstancias es complicado pero es importante tratar de ponerlo en práctica. Insistimos: sabemos que es difícil y más cuando se trata de temas o conflictos relacionados con nuestras hijas e hijos, pero si actuamos desde la inmediatez y el agobio podemos causar perjuicio, precisamente, a nuestras hijas e hijos o a terceras personas.

Desde Zeuk Esan, cuando una madre o un padre nos llama muy alterada, lo primero que tratamos es que mantenga la calma. Intentamos que esta persona se enfríe de forma que pueda reflexionar o pensar mejor. A veces lo conseguimos y otras no. A veces logramos que nos escuchen y lo que, en un principio, era una emergencia total, al final se acaba convirtiendo en una acción mucho más sosegada y pausada. Otras veces, no. En esos casos, la persona que llama quiere denunciar, quiere que se castigue a otro niño o niña, quiere que se expediente a una monitora, que se expulse a un profesor, que se multe a otro u otra adolescente… y no está dispuesta a escuchar alternativas.

Lo curioso es que, en muchos de esos casos, cuando a la persona alterada se le pregunta si ha intentado recabar más información al respecto de lo que, normalmente, le cuenta su hijo o hija, dice que no, dice que cree a pies juntillas lo que su vástago le cuenta. Y está bien, claro, tener confianza en lo que nos cuentan nuestras chicas y chicos pero cuando se trata de algo que, como decíamos antes, puede afectar a otras personas, hay que hacer el esfuerzo por ir un poco más allá.

Es importante, por tanto, que el amor que sentimos por ellos y ellas no nos ciegue. Por supuesto que les tenemos que defender pero eso no implica que debamos actuar precipitadamente porque si acabamos sacándoles la cara por algo en lo que ellos o ellas pueden haber sido responsables, educativamente les estamos enseñando que da igual lo que hagan, que siempre les defenderemos y, además, podemos estar siendo injustas e injustos con otra persona.

Dicho lo cual, insistimos: mantengamos la calma, tratemos de informarnos y no defendamos per sé todo lo que nos digan en un determinado momento o conflicto. Hacer ésto no significa que les queramos menos. A veces, es todo lo contrario.

Juguetes de Navidad: pensar antes de comprar

Ya estamos en campaña navideña. Desde los medios nos acosan con publicidad que nos sugiere las diferentes posibilidades que tenemos de hacer felices a nuestros seres queridos.
Muchas veces oigo que la publicidad no nos influye y que tenemos criterio propio para decidir.
La publicidad va dirigida principalmente a quienes no tienen ese criterio madurado, para convencerles de lo que necesitan para ser felices. Para seducirles con el producto, fidelizarles a la marca y de paso, introducir y extender una serie de roles y estereotipos sociales y sexistas que muchas personas a estas alturas creen están superados.
Craso error, porque al pensar que eso ya está superado, quizá no prestemos tanta atención a las señales y a las intenciones.
Este vídeo de seis minutos, «Gabonetako jostailuak: pentsatu erosi aurretik!» , nos invita a pensar y a darnos cuenta de cómo se trabajan los roles sexistas, de cómo se marcan las diferencias desde la más tierna infancia, que es cuando más se interiorizan y quedan más firmemente asentadas. Incluso en las sugerencias finales que nos hacen en los catálogos como si fueran expertos, se ven claramente cómo sesgan dichas sugerencias y marcan las diferencias.

Diversas investigaciones han comprobado que existe más similitud que diferencias entre ambos sexos en cuanto a la elección de los juguetes. Esto entra en contradicción con algunos axiomas existentes históricamente en esta problemática del juego infantil: que los varones gustan más del juego activo y organizado, que las niñas prefieren los de carácter pasivo, de naturaleza generalmente sedentaria, y que estas diferencias son más notables alrededor de los 8-10 años de edad. Si bien es cierto que existen diferencias morfológicas entre los niños y las niñas, estos se relacionan mucho con el tipo de interrelación que sea habitual en el juego, y con los patrones culturales en determinada comunidad educativa.
Cuando los niños y las niñas tienen iguales oportunidades de acceso a los diferentes juegos y juguetes, y no existen a su alrededor criterios y acciones de los adultos, prohibiendo o permitiendo uno u otro tipo de juegos, se observa que niños y niñas seleccionan generalmente los mismos juguetes en las edades más tempranas, y que solo a partir de la edad preescolar, básicamente por el reforzamiento educativo y social es que comienzan a observarse mayores diferencias.
Estamos muy condicionados en una falsa sensación de modernidad, como si las desigualdades y el sexismo fueran del pasado. Los catálogos de juguetes, los anuncios… transmiten esa cultura sexista tóxica.
Una idea:  podríamos ir con nuestros/as hijos/as a investigar en tiendas especializadas fuera del mercado habitual publicitario. ¿Qué os parece? ¿Conocéis alguna?

Hijos/as testigos de la relación conyugal

La familia es una red de afectos en la que se teje el vínculo entre sus miembros. Ese vínculo irá cogiendo cuerpo en el transcurso de los momentos cotidianos y se configurará sobre la base de la calidez y calidad de los momentos vividos.

A menudo escuchamos aquello de “qué suerte habéis tenido con vuestra hija”, o bien su contrario, tal como: “que mala suerte han tenido esos pobres padres con lo buena gente que son y el hijo tan despendolado que le ha salido”. Pues bien: es cierto que la persona se va conformando no sólo bajo la influencia del padre y/o la madre, pues hay indudables factores de importancia en la configuración del carácter, tales como la disposición genética, las amistades u la presencia de adultos resilientes, en el itinerario vital de los chicos y chicas. No obstante, si bien estos factores pueden funcionar en beneficio o perjuicio en la educación de los más jóvenes, cabe pensar que lo harán de una forma menos contundente que el influjo ejercido por la familia.

El vínculo que un/a niño/a asimila por vía de su p/madre crea la base de su experiencia afectiva, sobre la cual se sumarán el resto de experiencias posteriores. Es por ello que el clima que se viva en casa será determinante por ser el sustento sobre la que se apoya lo que está por venir. Esto funciona para bien como para mal. Quiero decir que el afecto, la capacidad de escucha, el diálogo como forma de estar y como manera para buscar soluciones ante problemas que surjan, la capacidad de hacer planes conjuntos, etc, revertirán de forma positiva en el carácter del hijo o de la hija. Por el contrario, las malas manera, el desorden conviencial y la falta de sintonía y de respeto, también ejercerán su impronta, pero en la dirección equivocada.

Una de las cuestiones a tener en cuenta en la educación de nuestros/as hijos/as es la relativa a cómo tratamos a nuestra pareja, siempre que haya pareja, claro. A veces pensamos que educar es intervenir directamente ante el/la hijo/a. pero nos olvidamos que también educamos cuando los/as adultos/as nos relacionamos entre nosotros/as: papa y mama o mama y mama o papa y papa.

Los hijos/as son testigos absorbedores de todo lo que ocurre a su alrededor, aunque a veces pensamos inocentemente que “no se enteran” (en el caso de los más peques). ¡Cómo que no! Se quedan con todo. Y las buenas maneras les hacen más seguros/as de si, así como dubitativos o ansiosos las malas. Eso hay que tenerlo clarito.

Dicen que los niños de ahora no son como los de antes

He leído en «los papeles» que un 60% de las compras de los hogares españoles están destinadas a nuestros hijos e hijas.

Si todos van al ritmo de los míos, no me extraña, porque les crecen los pies y no hay manera de aprovechar el calzado de un año para otro. Pero recuerdo que el artículo no se ceñía a los gastos de cubrir las necesidades básicas, sino a los de “  bueeeeno, ya te lo compro”, o “pero si no lo necesitas, ya tienes uno…bueeeeno, ya te lo compro”.

El Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU) presentó un trabajo ( julio 2010) “The Now Generation: Caracterización, datos y perfiles sociales infantiles”, en el que hablan de “la generación del ahora” y la definen como superconsumidora.

Esto me recuerda que hace ya muchos años vi un reportaje que hablaba de que las firmas comerciales se han dado cuenta del filón que tienen en la juventud, que necesita el último modelo, (antes lo llamábamos “ el último grito”) y aparecieron las figuras de los cazatendencias: salir a la calle, ver lo que hace una minoría y venderlo como guay, lo último, lo trasgresor, lo que te diferencia…y que al final todo el mundo tiene: las mismas deportivas, el mismo corte de pelo, con lo cual,  se quema esa tendencia pero no hay problema, porque ya hay otra preparada que viene a ocupar su lugar.

Y esto, lo que significa es que hablamos de millones y millones de dineros, salidas de los bolsillos de unos, para pagar los ¿caprichos/necesidades? de otro grupo, que no tiene dinero, pero que abre la boca y pide como aquellos pajarillos en el nido que abrían sus inmensos picos amarillos.

Decimos que nuestra juventud es despilfarradora, caprichosa y consumista, pero sigo pensando que no nacemos, sino que en gran parte, nos hacemos.

Exigimos a la industria productos que ayuden a los niños a mejorar su calidad de vida, que les ayuden a estar más activos, más saludables y relajados, que les diviertan y que de forma simultánea les permitan mejorar su autoestima y les ayude a concienciarse con el entorno, pero además nosotros (padres y madres) ¿qué hacemos para aprovechar esas herramientas educativas? ¿Cómo las utilizamos? ¿Cómo las rentabilizamos? ¿Estamos atentos a lo que influyen las nuevas tecnologías en el desarrollo de los menores y en la poder que tienen éstos para tomar decisiones de compra en los hogares?.

Con esta crisis, las condiciones económicas de las familias cada vez son más difíciles, y sin embargo parece que se promueven las compras frecuentes de caprichos de usar y tirar.

En fin, igual me lío un poco, pero no dejo de pensar en la situación paradójica entre lo que exigimos y lo que compramos, entre lo que nos quejamos que hacen y en lo que enseñamos a hacer.

Empatizando con las Madres/Padres de las/os «Culpables»

El pasado viernes Noruega fue sacudida por un terrible atentado que dejó un importante número de víctimas. Un drama al que el pais nórdico no está acostumbrado y que ha causado una importante conmoción entre su ciudadanía. Cuando suceden hechos de este tipo, nos acordamos lógicamente, de las personas muertas y sus familias. Nos solidarizamos, les mostramos nuestra afección y, en la mayoría de las ocasiones, empatizamos con ellas. Pero también en estos momentos deberíamos acordarnos de la familia del responsable de esta atrocidad. En los pasados días, algunos medios sí han recogido la reacción del padre del autor de la masacre de Oslo y de la Isla de Utoya. Este señor ha declarado que desearía que su hijo «se hubiera suicidado antes de matar«.

Todo ello, nos ha llevado a reflexionar en Zeuk Esan hacia la figura de las madres y los padres cuando sus vástagos acometen acciones negativas. Evidentemente, el caso de Noruega es extremo, pero en la vida cotidiana se dan muchas situaciones en las que las madres y padres sufren en sus propias carnes las consecuencias de los actos de sus hijas e hijos.

Por ejemplo, cuando un o una adolescente comete un robo, un delito,  agrede a otra o a otro, cuando llaman desde urgencias alertando de un coma etílico, etcétera… las madres y padres reciben un shock importante. En ese momento, pueden pasar muchas cosas por la cabeza y, en muchos casos, pueden llegar a sentir un sentimiento de responsabilidad como causantes indirectos de lo que ha sucedido. Es muy común el pensar en el «si no le hubiera dejado ir«, reflexionar acerca de la pregunta típica del «en qué hemos fallado«, etc…

En la mayor parte de los casos, a pesar del estupor inicial, la secuencia de los acontecimientos vira, nuevamente, hacia la protección de los hijos e hijas. Es decir, aunque lo que él o ella haya hecho sea grave, se tiende a defenderlos. Es lógico. Y, en los casos que no sean excesivamente graves, es aconsejable recogerles porque, a no ser que haya algún tipo de dolencia mental de por medio, ellos o ellas, sabedores de su responsabilidad, también se sentirán culpables.

Obviamente, una vez dado el paso de decirles de alguna manera que, a pesar de lo que has hecho, estamos aquí, sería conveniente, sobre todo en el caso de los menores o adolescentes, hacerles ver mediante alguna consecuencia acordada entre los progenitores (castigo, etc…), que efectivamente se han sentido apenados, tristes, enfadados por lo sucedido. Es importante para reforzar el aprendizaje educativo que, también en estos casos, se da.

Como comentábamos, estas pautas son aplicables ante los episodios ordinarios que pueden suceder en el seno de casi cualquier familia. Sin embargo, el ejemplo con el que hemos comenzado este post es tan extraordinario que no sabríamos decir si nuestra reacción sería como la del padre del asesino confeso noruego.

Aprovechamos este texto para recordar que el servicio Zeuk Esan está abierto también a madres y padres con dudas, preocupaciones o pregunta relacionadas con menores de edad, sea sobre un tema parecido al de esta entrada o sobre cualquier otro.