Algunos consejos para que nuestras chicas y chicos disfruten de la Tablet o el Smartphone

¡¡Feliz año a todas y todos!! ¿Qué tal han ido las fiestas navideñas? Nosotros y nosotras aquí, al otro lado del aparato, al otro lado del 116.111. Esperemos que Olentzero, Papanoel o los Reyes Magos se hayan portado muy bien. En este sentido estamos seguros y seguras en Zeuk Esan que muchas chicas y chicos habrán tenido como regalo estas navidades una tablet o un smartphone, ¿verdad? ¡Vaya regalazo! Bueno, igual hay muchos aitas y amas que no consideran adecuados este tipo de gadgets como regalo y es algo muy respetable, pero muchos y muchas otras y otros sí.

Para estos últimos, vamos a dejar una serie de consejos para que las chicas y chicos que han recibido estos presentes los disfruten sin ningún tipo de problema o riesgo, unas recomendaciones que han de tratar de aplicarse desde el diálogo entre madres/padres e hijos/hijas, unas pautas fáciles de cumplir y que, como decimos, harán que la experiencia con estos nuevos juguetes sea totalmente satisfactoria. Vamos a ello:

      – Los y las menores han de conocer no sólo cómo funciona la tablet o el smartphone y sus muchas posibilidades sino los riesgos de un mal uso, sobre todo, para la seguridad.

– Nuestras chicas y chicos han de tener claro dónde, cómo y cuándo puede –o es oportuno- utilizar su nuevo equipo.

– Las personas adultas deberían saber y elegir las distintas opciones de los gadgets, así como las aplicaciones, programas y servicios.

– Para los y las más peques sería conveniente que se instalasen programas que filtren el acceso a webs y contenido inapropiado o peligroso.

– Las chicas y chicos deben tener clarísimo que tienen que ser respetuosos con otras persones con las que interactuen en las redes sociales o en juegos online. Cualquier ataque, humillación, chantaje o broma muy pesada –EL CIBERACOSO- a otra persona es intolerable y puede llegar a ser delito.

Bueno, éstas son algunas de las normas que, en nuestra opinión, hay que tratar de transmitir a los menores que poseen un smartphone, tablet o cualquier otro aparato. De todos modos, podéis consultar el artículo completo de donde hemos extraído estas pautas en el siguiente enlace. Asimismo, nos gustaría también que echaséis un vistazo al ejemplo de una madre estadounidense que le regaló a su hijo adolescente un iPhone pero, a cambio, le puso unas, a nuestro juicio, geniales instrucciones para poder usarlo. Podéis leerlo aquí.

Cómo perder la autoridad ante los hijos e hijas

En Zeuk Esan, con cierta frecuencia tenemos llamadas de padres y madres que no saben qué hacer con sus hijos e hijas, porque se saltan las normas, no cumplen con sus responsabilidades, exigen respeto y no aceptan sus indicaciones….

Cuando llega la adolescencia, los comportamientos cambian. Los menores entran en crisis y tienen que salir de ella convertidos en adultos autosuficientes, preparados para vivir por su cuenta.

Y esa es la responsabilidad que tenemos los progenitores: cuidarles, y cubrir sus necesidades básicas, incluidas las afectivas, para que el día de mañana puedan ser adultos independientes y autosuficientes. Y de esa responsabilidad emana la autoridad que padres y madres deben ejercer.

Pero nunca debemos confundir proteger y cubrir necesidades, con sobreproteger y dejar hacer a la otra persona su santísima voluntad, reírle todas las gracias y permitir que transgreda todos los límites, porque luego en ese cambio de la adolescencia podrían volverse incontrolables. La pregunta a veces es “¿Cómo hemos podido llegar a esto, yo que di todo lo que me pidió y jamás le faltó?
Hoy he leído la noticia que me ha traído a estas líneas: “Una madre agrede a una profesora delante de la clase de su hijo”.
Como progenitores, perdemos autoridad con esas exhibiciones de violencia, porque son públicas y porque es violencia, pero además, restamos autoridad al profesorado que además de educar, es figura de autoridad, referente para los menores. Si  los desvalorizamos de esa manera estamos plantando las semillas de esa adolescencia que no respeta y se salta los límites…, que es lo que ha visto hacer a sus mayores. En fin, una pena.

Mantengamos la Calma

Mantener la calma. Sí, sabemos que este ejercicio en según qué circunstancias es complicado pero es importante tratar de ponerlo en práctica. Insistimos: sabemos que es difícil y más cuando se trata de temas o conflictos relacionados con nuestras hijas e hijos, pero si actuamos desde la inmediatez y el agobio podemos causar perjuicio, precisamente, a nuestras hijas e hijos o a terceras personas.

Desde Zeuk Esan, cuando una madre o un padre nos llama muy alterada, lo primero que tratamos es que mantenga la calma. Intentamos que esta persona se enfríe de forma que pueda reflexionar o pensar mejor. A veces lo conseguimos y otras no. A veces logramos que nos escuchen y lo que, en un principio, era una emergencia total, al final se acaba convirtiendo en una acción mucho más sosegada y pausada. Otras veces, no. En esos casos, la persona que llama quiere denunciar, quiere que se castigue a otro niño o niña, quiere que se expediente a una monitora, que se expulse a un profesor, que se multe a otro u otra adolescente… y no está dispuesta a escuchar alternativas.

Lo curioso es que, en muchos de esos casos, cuando a la persona alterada se le pregunta si ha intentado recabar más información al respecto de lo que, normalmente, le cuenta su hijo o hija, dice que no, dice que cree a pies juntillas lo que su vástago le cuenta. Y está bien, claro, tener confianza en lo que nos cuentan nuestras chicas y chicos pero cuando se trata de algo que, como decíamos antes, puede afectar a otras personas, hay que hacer el esfuerzo por ir un poco más allá.

Es importante, por tanto, que el amor que sentimos por ellos y ellas no nos ciegue. Por supuesto que les tenemos que defender pero eso no implica que debamos actuar precipitadamente porque si acabamos sacándoles la cara por algo en lo que ellos o ellas pueden haber sido responsables, educativamente les estamos enseñando que da igual lo que hagan, que siempre les defenderemos y, además, podemos estar siendo injustas e injustos con otra persona.

Dicho lo cual, insistimos: mantengamos la calma, tratemos de informarnos y no defendamos per sé todo lo que nos digan en un determinado momento o conflicto. Hacer ésto no significa que les queramos menos. A veces, es todo lo contrario.

Juguetes de Navidad: pensar antes de comprar

Ya estamos en campaña navideña. Desde los medios nos acosan con publicidad que nos sugiere las diferentes posibilidades que tenemos de hacer felices a nuestros seres queridos.
Muchas veces oigo que la publicidad no nos influye y que tenemos criterio propio para decidir.
La publicidad va dirigida principalmente a quienes no tienen ese criterio madurado, para convencerles de lo que necesitan para ser felices. Para seducirles con el producto, fidelizarles a la marca y de paso, introducir y extender una serie de roles y estereotipos sociales y sexistas que muchas personas a estas alturas creen están superados.
Craso error, porque al pensar que eso ya está superado, quizá no prestemos tanta atención a las señales y a las intenciones.
Este vídeo de seis minutos, «Gabonetako jostailuak: pentsatu erosi aurretik!» , nos invita a pensar y a darnos cuenta de cómo se trabajan los roles sexistas, de cómo se marcan las diferencias desde la más tierna infancia, que es cuando más se interiorizan y quedan más firmemente asentadas. Incluso en las sugerencias finales que nos hacen en los catálogos como si fueran expertos, se ven claramente cómo sesgan dichas sugerencias y marcan las diferencias.

Diversas investigaciones han comprobado que existe más similitud que diferencias entre ambos sexos en cuanto a la elección de los juguetes. Esto entra en contradicción con algunos axiomas existentes históricamente en esta problemática del juego infantil: que los varones gustan más del juego activo y organizado, que las niñas prefieren los de carácter pasivo, de naturaleza generalmente sedentaria, y que estas diferencias son más notables alrededor de los 8-10 años de edad. Si bien es cierto que existen diferencias morfológicas entre los niños y las niñas, estos se relacionan mucho con el tipo de interrelación que sea habitual en el juego, y con los patrones culturales en determinada comunidad educativa.
Cuando los niños y las niñas tienen iguales oportunidades de acceso a los diferentes juegos y juguetes, y no existen a su alrededor criterios y acciones de los adultos, prohibiendo o permitiendo uno u otro tipo de juegos, se observa que niños y niñas seleccionan generalmente los mismos juguetes en las edades más tempranas, y que solo a partir de la edad preescolar, básicamente por el reforzamiento educativo y social es que comienzan a observarse mayores diferencias.
Estamos muy condicionados en una falsa sensación de modernidad, como si las desigualdades y el sexismo fueran del pasado. Los catálogos de juguetes, los anuncios… transmiten esa cultura sexista tóxica.
Una idea:  podríamos ir con nuestros/as hijos/as a investigar en tiendas especializadas fuera del mercado habitual publicitario. ¿Qué os parece? ¿Conocéis alguna?

Hijos/as testigos de la relación conyugal

La familia es una red de afectos en la que se teje el vínculo entre sus miembros. Ese vínculo irá cogiendo cuerpo en el transcurso de los momentos cotidianos y se configurará sobre la base de la calidez y calidad de los momentos vividos.

A menudo escuchamos aquello de “qué suerte habéis tenido con vuestra hija”, o bien su contrario, tal como: “que mala suerte han tenido esos pobres padres con lo buena gente que son y el hijo tan despendolado que le ha salido”. Pues bien: es cierto que la persona se va conformando no sólo bajo la influencia del padre y/o la madre, pues hay indudables factores de importancia en la configuración del carácter, tales como la disposición genética, las amistades u la presencia de adultos resilientes, en el itinerario vital de los chicos y chicas. No obstante, si bien estos factores pueden funcionar en beneficio o perjuicio en la educación de los más jóvenes, cabe pensar que lo harán de una forma menos contundente que el influjo ejercido por la familia.

El vínculo que un/a niño/a asimila por vía de su p/madre crea la base de su experiencia afectiva, sobre la cual se sumarán el resto de experiencias posteriores. Es por ello que el clima que se viva en casa será determinante por ser el sustento sobre la que se apoya lo que está por venir. Esto funciona para bien como para mal. Quiero decir que el afecto, la capacidad de escucha, el diálogo como forma de estar y como manera para buscar soluciones ante problemas que surjan, la capacidad de hacer planes conjuntos, etc, revertirán de forma positiva en el carácter del hijo o de la hija. Por el contrario, las malas manera, el desorden conviencial y la falta de sintonía y de respeto, también ejercerán su impronta, pero en la dirección equivocada.

Una de las cuestiones a tener en cuenta en la educación de nuestros/as hijos/as es la relativa a cómo tratamos a nuestra pareja, siempre que haya pareja, claro. A veces pensamos que educar es intervenir directamente ante el/la hijo/a. pero nos olvidamos que también educamos cuando los/as adultos/as nos relacionamos entre nosotros/as: papa y mama o mama y mama o papa y papa.

Los hijos/as son testigos absorbedores de todo lo que ocurre a su alrededor, aunque a veces pensamos inocentemente que “no se enteran” (en el caso de los más peques). ¡Cómo que no! Se quedan con todo. Y las buenas maneras les hacen más seguros/as de si, así como dubitativos o ansiosos las malas. Eso hay que tenerlo clarito.

La pasión por aprender

Ahora que las vacaciones estivales comienzan a acercarse a su fin y el nuevo año escolar está en puertas de iniciarse, parece conveniente hacer alguna referencia a una cuestión tan recurrente como es la motivación para aprender.

Hay que pensar que la motivación tiene que ver con la emoción y la curiosidad. Por el contrario, se piensa que está más unida al esfuerzo y la tenacidad; que también, pero no sólo. Ocurre lo mismo que con el enamoramiento. No nos enamoramos porque queramos hacerlo y aunque la disposición a buscar una pareja que nos guste es importante, la atracción ocurre “cuando ocurre”. Se nos abre la mirada, el sentimiento y el deseo de estar con esa persona de forma fluida y sin esfuerzo. ¿Cómo enamorarnos de alguien de quien no sentimos “ese impulso”, verdad?

Haciendo un paralelismo, podríamos preguntarnos acerca de cómo es posible sentir atracción por una materia que no nos despierta curiosidad, sentido y sin que llegue a poner en juego nuestra creatividad. En este sentido, la motivación como afecto o como emoción, surgirá cuando la materia que se nos explica esté viva, permita la exploración y nos haga sentirnos activos. Para ello, la persona que lo imparta tiene que trasmitir esa pasión que estimule al/ a la estudiante a meterse en la tarea.

Memorizar, por memorizar está muy bien si el objetivo que se persigue es saber más de lo que se sabe. Si sirve para formar y no sólo para informar y siempre mejor si se consigue hacer con “curiosidad de saber”. De lo contrario, el esfuerzo que conlleve sólo servirá para aprobar un examen y es crucial buscar un camino intermedio entre la operatividad de coleccionar aprobados y la verdadera formación académica.

Considero que los/as profesores tienen que ser verdaderos trasmisores del deseo de saber y alejarse de la apatía de dar la clase de forma instrumental. No tratamos con esto de hacer una crítica gratuita, ni lanzar un ataque corporativo, ni omitir la importancia de la familia en todo esto, u otras cuestiones propias del/ de la alumna y su actitud ante el estudio. Tratamos más bien de poner el acento en la idea de revisión del papel del enseñante, como aspecto importante y no como única razón. ¿Quién no se acuerda de aquel o aquella profesora que tuvimos y cuyo recuerdo perdura en nuestro memoria de forma viva por el impacto que tuvo en nosotros/as? ¿Qué nos dio que nos hizo sentirnos recogidos/as y vivos? Pues es de eso de lo que se trata.

El Mito del Internado

El Mito del Internado

– «Estoy muy triste porque he suspendido todas y mi aita me ha dicho que me van a meter en un internado».

Podríamos calificar esta frase como uno de los clásicos entre las llamadas de broma que recibimos. Y sí, decimos de broma porque, al menos hasta el momento, no hemos comprobado que ninguna de esas llamadas sobre el Internado sean ciertas; y ojo, éso no quiere decir que no existan este tipo de centros en Euskadi.

A donde sí nos ha llevado esa cita es a reflexionar al respecto de ella o, mejor dicho, sobre lo que implican este tipo de «amenazas» por parte de muchas madres y muchos padres. Y es que, al fin y al cabo, si los chicos y las chicas nos transmiten ese castigo es porque, seguramente, lo habrán escuchado muchas veces en casa y, quizás, de tanto escuchar lo acaban ridiculizando.

Por ello, es importante remarcar a las madres y padres que nos leen en este blog la importancia de ser transparentes, francos y que si se anticipa una consecuencia ante un comportamiento negativo de sus hijos e hijas, es conveniente que sea susceptible de ser cumplida. Puro sentido común. Si queremos corregir y, llegado el momento, hay que hacer efectiva la consecuencia o el castigo comunicado, hay que hacerlo, si no el aprendizaje de nuestros chavales y chavalas será que su mal comportamiento, finalmente, no ha tenido ningún tipo de consecuencia y, por tanto, se verán legitimados y legitimadas a repetirlo.

Y, en estos casos, el Mito del Internado es muy recurrido y socorrido para muchas madres y padres, pero, como decíamos, no parece que surta mucho efecto cuando los propios chicos y chicas se lo toman a coña. Alejémonos, pues, del Internado y, puestos a anticipar una consecuencia, elijamos una que sea factible de llevar a cabo.

Empatía para superar el Conflicto Madres/Padres versus Adolescentes

«Es que mi madre piensa que todavía soy un crío y que no pienso en esas cosas». Esto nos decía, hace poco, un chico por teléfono. Con esas cosas se refería a sus primeras inquietudes de carácter sexual. Unas primeras dudas que había empezado callándose pero que ya no aguantó más y que tuvo que acabar compartiendo con sus padres. Y todo porque, hasta hacía poco tiempo, sus padres habían sido esos referentes que le recogían y que le resolvían todas esas dudas que le acuciaban cuando era más pequeño. Ahora no. Bienvenido a la adolescencia, amigo.

Con 14 años, este tipo de situaciones son difíciles tanto para los chavales y chavalas como para los propios progenitores. Efectivamente, muchas madres y padres siguen viendo a sus vástagos como esos niños y niñas que, hasta hace cuatro días, iban con ellos los domingos por la tarde. Pero, no queridas madres, no, queridos padres… Bienvenidas/os a la adolescencia.

El verdadero problema deviene cuando además de que, efectivamente, puede costar entender los nuevos planteamientos, sentimientos y comportamientos de los y las adolescentes, no somos comprensibles con ellos y ellas. Y más cuando, como es el caso, este chico no puede hacer nada por evitarlo. Me explico: este chaval había tanteado a sus padres, había sondeado qué opinaban ellos en cuanto a la posibilidad (certeza para él) de que le gustasen los chicos. Desgraciadamente, en este caso, obtuvo como respuesta una reacción desmedida del tipo «quítate esas cosas de la cabeza«, «no digas tonterías«, «tú eres normal«, «no nos decepciones» o la ya citada «si tú todavía eres un niño«.

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Expresión de emociones: ¿Qué ejemplo transmitimos?

Muchas veces nos quejamos de las expresiones violentas de nuestos hijos e hijas. A mí, no me gustan, pero volviendo al tema de la congruencia que tratábamos en otras entradas, ¿qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos e hijas? ¿Qué educación emocional?.

La mayoría entre los de nuestra generación, no recibimos cursos de crecimiento personal, habilidades sociales o control emocional. Hemos aprendido a expresar emociones por observación (cómo se expresa mi entorno) y por ensayo y error (qué consecuencias tiene para mí y para los demás la actuación de mis emociones).  Pero tampoco aprendimos a enseñar esas habilidades y repetimos esquemas: enseñamos a nuestros hijos e hijas lo que sabemos, a veces con más aciertos que otras, pero un poquito con la sensación de que no controlamos el mensaje, sino que se nos escapa por todos los poros.

Sin  ir más lejos, tenemos claros ejemplos en nuestro entorno gracias a los eventos deportivos. A nuestras criaturas las decimos desde pequeñas que hay que ser tolerantes, que nuestra libertad acaba donde empieza la del otro….y llegado el momento de la verdad, salimos en «los papeles» porque viendo una importantísima final del fútbol, el «otro» no apoya a «mi equipo». ¡Vaya lección de tolerancia! y lo digo con toda la ironía del mundo.

Pero este mundo no va tan mal y siempre se puede aprender algo, también los mayores de los jóvenes, que te cuentan hoy en el desayuno que se juntaron en un bar a ver el partido de la final un montón de gente de ambas selecciones, que lo vieron en armonía, con los típicos piques y comentrarios salseros y que al final se felicitó a los ganadores, como nos dijeron de peques que se debía hacer, lo de saber perder….y saber tolerar. Esa es una bonita lección y un punto positivo para nuestra juventud, que no está tan mal por mucho que desde Aristóteles se venga diciendo que «esta juventud que no tiene principios ni respeta  a sus mayores…..»

A vueltas con el TDAH

Hace unas semanas recibimos una llamada al 116.111 de un padre enfadado con el colegio al que acude su hijo. Más concretamente, enfadado con la profesora quien ante el comportamiento inquieto y movido del alumno, había llegado a la conclusión de que aquel padece de Hiperactividad.

Este padre llamaba enojado porque, según comentaba, esta maestra realizó este «diagnóstico» sin basarse en ningún tipo de prueba con el que pudiese demostrarlo.

Afortunadamente, este hombre acudió al pediatra y, tras explicar los comportamientos cotidianos del menor tanto en casa como en el colegio, ahora sí, está siendo sometido a las diferentes pruebas con las que se demostrará si sufre o no Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)

La primera recomendación que queremos dar en este post es muy obvia: acudir al pediatra para que derive al especialista correspondiente. A partir de ahí y en función del grado que se trate, se conjugarán los tratamientos farmacológicos, así como las sesiones terapeúticas. También sería muy recomendable acercarse a las distintas asociaciones existentes relacionadas con este trastorno, de modo que la familia se pueda apoyar en otras que ya hayan pasado por situaciones parecidas.

Evidentemente, amén de buscar fuera ayuda (sanidad, asocaciones…), desde el seno de la propia familia también se pueden llevar a cabo un montón de acciones con el fin de mejorar la situación del niño, niña o adolescente que sufre TDAH, así como del ambiente familiar.

Algunas pautas en este sentido pueden ser:

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  1. Mejorar la autoestima de la persona afectada (mensajes positivos, reforzar comportamientos adecuados, darle responsabilidades que pueda realizar con éxito… )
  2. Motivar su aprendizaje (valorar el esfuerzo, no las notas, generar hábitos de estudio…)
  3. Escuchar activamente, dar cariño
  4. Ante los comportamientos negativos, no hacer caso y esperar a que deje de comportarse así para dirigirse a él o ella…
  5. A la hora de poner o marcar normas, que estas sean claras y simples, fáciles de entender y de cumplir…
  6. Fomentar sus Habilidades Sociales (siendo las personas de referencia ejemplos para ello)
  7. Aderezar todo esto con unas buenas dosis de paciencia, tiempo de dedicación… todo ello sin olvidarse del resto de la familia…

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En todo caso, si queréis ampliar información al respecto, os recomendamos este link