Cuando hablamos de violencia…

Hoy por la mañana hemos recibido una llamada atípica en el servicio. Nos han llamado de Euskadi Irradia-1, para hacernos una entrevista de escasos quince minutos en torno a la temática de la violencia filio-parental, a rebufo de una investigación que recientemente ha publicado la Universidad de Deusto en torno a este tema.

Si bien el servicio Zeuk Esan es una plataforma generalista que atiende casos del ámbito vital del/de la adolescente, hemos aceptado la invitación gustosamente, ya que siempre es interesante que los/as profesionales involucrados en temáticas de familia y educación, estemos presente en el debate publico, a fin de ofrecer al/ a la oyente y/o al/a la lector/a un marco de reflexión compartido.

Dicho esto, cabe preguntarse de qué hablamos cuando hablamos de violencia. Es lícito pensar que desde una perspectiva amplia la violencia es un acto de comunicación. Inadecuado, bien; pero en definitiva, una forma de dar a entender un “algo” sin el concurso de la palabra. Cabe entenderla, siguiendo con la idea, que se trata del fracaso del uso de la palabra y del diálogo como vía de entendimiento.

Ante ello, la pregunta que a cualquiera se le antoja hacer sería:

¿Comunicar? ¿Comunicar que…?

Bien, no es fácil. Si partimos de que el uso de la violencia  es una conducta. Si aceptamos que la conducta humana se moldea desde la primera infancia, a lo largo del desarrollo del niño/a, y si a ello le sumamos que la relación con la madre y el padre es lo más importante para ese desarrollo, podremos atrevernos a deducir que la violencia se aprende.

¿Porqué en una misma familia hay hijos/as violentos y otros/a que no lo son?
Esta pregunta pudiera dar al traste con la idea de que la violencia se aprende. Ante esto me atrevo a decir que una familia está en continuo cambio, dependiendo del momento que vive. Una misma familia, así como un mismo ser humano, está expuesta a reveses como el paro, enfermedades, muertes, divorcios, que pueden dañar su salud y dejarle sin saber cómo tirar para adelante. En tales casos, la impotencia, la rabia, la frustración pueden cambiar en ánimo de un padre o una madre, así como su forma de actuar.

¿Un joven violento nace o se hace?
Hay científicos que investigan este tipo de cosas. En la parte que nos toca podemos afirmar que la mente humana está en continuo cambio. Es como una esponja que absorbe y si lo que se le ofrece es bueno, en dosis suficientes, con afecto y cuidado, conseguiremos una mente sana y, por consiguiente, un niño/a sano/a.

¿Pero se supone que un a madre o una padre siempre querrá lo mejor para su hijo o hija?
No podemos ocultar que hay casos de violencia infantil que se notifican. Cabe decir, que una madre o un padre en normales condiciones de salud psicológica ofrecerán a sus hijos/as lo mejor de si, pero desgraciadamente en algunos  casos esto no ocurre

¿Se puede decir que un padre o una madre que en su niñez ha sufrido maltrato, se convertirá en maltratador de mayor?
Rotundamente no. Hay niños que tras haber sido mal tratados por sus padres, han conseguido alejarse del mundo de la violencia de mayores. También es cierto que la violencia filio-parental, se da más en familias en las que se da violencia.

¿En que tipo de familias se da una mayor incidencia de este tipo de violencia?
Según investigaciones, en aquellas en donde hay una mayor exposición por parte de los niños/as a la violencia domestica. En tales casos, el uso de la bofetada, del empujón o del golpe indiscriminado, puede acabar siendo copiado como forma de comportamiento, ya que en su mente hay una legitimación de la misma, al haber sido utilizada por parte de las personas más influyentes e importantes para el niño/a: el padre y la madre.

También se da, por el contrario, en aquellas otras familias en los que los padres y/o madres desatienden a sus hijos/as. En tales casos, el menor es víctima de una indebida protección y cuidados de sus necesidades vitales; sean estas emocionales, físicas, formativas, de seguridad, etc. Así transita “sin orden ni concierto”, haciendo su vida al margen de la mirada, presencia y supervisión de sus padres. Ello, evidentemente genera en su mente la idea de que es prescindible e invisible, lo cual se lleva a sentirse frustrado, triste y/o rabioso.

Por último, también se da en aquellas prácticas educativas en donde al niño/a se le consiente de todo y en las que los límites educativos están ausentes, produciéndose en consecuencia lo que se ha venido a llamar como el “síndrome del emperador”.

Dicen que los niños de ahora no son como los de antes

He leído en «los papeles» que un 60% de las compras de los hogares españoles están destinadas a nuestros hijos e hijas.

Si todos van al ritmo de los míos, no me extraña, porque les crecen los pies y no hay manera de aprovechar el calzado de un año para otro. Pero recuerdo que el artículo no se ceñía a los gastos de cubrir las necesidades básicas, sino a los de “  bueeeeno, ya te lo compro”, o “pero si no lo necesitas, ya tienes uno…bueeeeno, ya te lo compro”.

El Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU) presentó un trabajo ( julio 2010) “The Now Generation: Caracterización, datos y perfiles sociales infantiles”, en el que hablan de “la generación del ahora” y la definen como superconsumidora.

Esto me recuerda que hace ya muchos años vi un reportaje que hablaba de que las firmas comerciales se han dado cuenta del filón que tienen en la juventud, que necesita el último modelo, (antes lo llamábamos “ el último grito”) y aparecieron las figuras de los cazatendencias: salir a la calle, ver lo que hace una minoría y venderlo como guay, lo último, lo trasgresor, lo que te diferencia…y que al final todo el mundo tiene: las mismas deportivas, el mismo corte de pelo, con lo cual,  se quema esa tendencia pero no hay problema, porque ya hay otra preparada que viene a ocupar su lugar.

Y esto, lo que significa es que hablamos de millones y millones de dineros, salidas de los bolsillos de unos, para pagar los ¿caprichos/necesidades? de otro grupo, que no tiene dinero, pero que abre la boca y pide como aquellos pajarillos en el nido que abrían sus inmensos picos amarillos.

Decimos que nuestra juventud es despilfarradora, caprichosa y consumista, pero sigo pensando que no nacemos, sino que en gran parte, nos hacemos.

Exigimos a la industria productos que ayuden a los niños a mejorar su calidad de vida, que les ayuden a estar más activos, más saludables y relajados, que les diviertan y que de forma simultánea les permitan mejorar su autoestima y les ayude a concienciarse con el entorno, pero además nosotros (padres y madres) ¿qué hacemos para aprovechar esas herramientas educativas? ¿Cómo las utilizamos? ¿Cómo las rentabilizamos? ¿Estamos atentos a lo que influyen las nuevas tecnologías en el desarrollo de los menores y en la poder que tienen éstos para tomar decisiones de compra en los hogares?.

Con esta crisis, las condiciones económicas de las familias cada vez son más difíciles, y sin embargo parece que se promueven las compras frecuentes de caprichos de usar y tirar.

En fin, igual me lío un poco, pero no dejo de pensar en la situación paradójica entre lo que exigimos y lo que compramos, entre lo que nos quejamos que hacen y en lo que enseñamos a hacer.

Parece tan triste…

Muchas veces me vienen padres y madres quejándose de lo mal que se portan sus adolescentes, que están todo el día en su limbo y que es imposible atravesar la coraza que los aísla.

En el tema de la comunicación, hace falta ser flexibles. Mirar a quién tenemos delante, sus características evolutivas y el momento que atraviesa. Hay veces que los ves sufrir y que no hacen nada para salir de ese agujero, o eso nos parece claro. Y hay que armarse de paciencia, calma en el espíritu y comenzar a preguntar, pero no estilo inquisidor, que les hace meterse más en la caracola, sino desde nuestra preocupación, desde nuestros sentimientos.

Por ejemplo: “te veo triste últimamente, y aunque contármelo no signifique que se vaya a arreglar todo, me preocupa verte así y me gustaría saber lo que te está pasando”. Y al final te enteras de que ha sido una desilusión entre amigos, y no que todos los narcos del mundo anduvieran tras él para cobrar las deudas, que puestos a dramatizar, me estoy encontrando cada caso…

Imaginación al poder, pero tratándose de nuestros hijos e hijas, ¡pregunta!. Tiende los puentes para que se pueda dar la comunicación, para que cuando estén dispuestos a expresarse, tengan maneras de acercarse a nosotros. No te bases en la sospecha, no te quedes con la duda, pero respeta sus momentos, que al final, lo que les pasa es de lo más natural. Y sí, duele.

Conversaciones entre p/madre e hijo (3)

P: Estará a punto de caer. Hoy le tocaba turno de tarde y acaba a las nueve. Entretanto ayúdame a preparar la cena. He comprado unas anchoas que tienen muy buena pinta. Las rebozaré mientras preparas un bol con lechuga y cebolla. ¿Hace?
H: ¿Le pongo un tomatito o qué…? A ama le encante el tomate y vendrá hambrienta.
P: Quedan dos de medio tamaño…

Enfrascados como estaban los dos chicos de casa en sus culinarios comentarios, la puerta de casa se abrió dando entrada a una fatigada chica, quien resoplando un  “por fin en casa”, seguido de un “qué rico…”, sonrió reconfortada por hallarse con los suyos.

P. Hola cari!!! Mua!!!!
H. Ama!!! Do you like tomate???? Je, je, je!!!
Ama, necesito tu opinión de neska, porq……
Madre: Just a minute…, tengo que darme una ducha, pero si va de amores, acabo antes…He tenido un día demasiado prosaico y necesito algo de glamour…
P: Fiuuuuuuu!!!!!Ejem!!!!
H. Joe, parecéis Rapel y la pitonisa Maruja!!!! Tengo escrito en cara lo que me preocupa o qué????
M: No, pero si…Enseguida estamos…y que nadie huya, vale?

Los chicos se miraron, sorprendidos de cómo la madre se había regenerado de energía…y solo por…; claro, el tema del amor les gusta a las chicas. Sería eso…

M: Aquí estoy!!!! Que ricas las anchoas. Ayyyy, tomate de huerta…y…qué…¿qué me decías…??? –le pregunto a su hijo-

P: Joe, el mito de que las mujeres tardáis un rato para las quedadas, acaba de sufrir un fuerte varapalo. Será la motivación.

H: Pues que estoy colado por una chica…que al principio ella… (y así, en un clima cálido y sabroso, de untes y sorbos, fue el chaval destripando sus sentimientos, sus miedos y sus dudas, sobre si, la chica y el cambio “raro” que había dado la relación…)

M. Hijo, las relaciones de ese tipo…las de amor, vaya…necesitan una buena dosis de seducción, porque sin esa magia, sin ese juego, sin la “tontería” del “te miro y miras…”…pues la cosa no funciona. Para nosotras la chicas, ese es un terreno…, vamos, que nos movemos como pez en el agua…
Mira, veo lo siguiente y no te asustes por lo que vas a oír A esa chica le atraes…, pero
No se si te quiere como novio. Creo que de ser así, ya habría olido que a estas alturas estás maduro como para pedirte salir o como sea que lo hagáis ahora, ¿me sigues…?

H: Vaya…No creo que tenga interés en salir conmigo…
M: Puede ser también que te vea como una conquista; “uno que está en bote…” y que por el hecho de estarlo, comienza a perder interés…”Pensar así es un poco malvado, pero en el fondo quien actúa así (que las/os hay) es porque necesita sentirse atractiva/o y , por tanto, valorada/o, elegida/o, apreciada/o…(quizás porque en le fondo no se sienta tanto). Cuando se actúa así, no se hace por hacer daño a nadie, aunque indirectamente se llegue a hacer.
H. Joe, eso que me dices me hace sentir fatal…
M: Ya, pero quien te elige para conquistarte es porque aprecia la conquista.

En todo caso, no es tan importante lo que nos ocurre, sino el qué hacemos con eso que nos ocurre. Está hecho un lío, vale. ¿Qué te pide el cuerpo, que necesitarías para sentirte mejor con esta situación?

H: Hablarlo con ella…Pero y si me dice que a ella no le pasa nada y que está como siempre. Si se hace la loca…
M: No sabes cómo puede reaccionar ella. Eso que me dices son tus miedos…En todo caso, ella valorará el que seas claro, aunque se haga la longis. Una mujer siempre valora en un hombre que sea capaz de hablar de sus sentimientos

P y M: Bienvenido al club de los amores y desamores, hijo. Hablarlo es la mejor opción. Se claro contigo mismo y no reniegues nunca de tus sentimientos. Posiblemente sea lo más valioso que tengamos. Lánzate y lo verás más claro!!!

Conversaciones entre padre e hijo (2)

Aterrizó en casa a las ocho en punto y  nada más abrir la puerta le llegó al oído la melodía  suave y romántica de una canción inglesa que en días venia poniendo su hijo. El chaval estaba en casa. Tras la puerta acristalada que daba a la cocina, el padre descubrió en su hijo esa mirada ausente, propia de los vaivenes adolescentes del corazón. El chaval estaba flotando libre y melancólico, perdido en alguna estrofa de la aquella canción ligeramente ronca y susurrante. Cuando se percató que su padre había llegado, le miro mostrando una sonrisa dulce.

Padre: ¿Quién es ella? ¿La conozco?
Hijo: ¿A qué viene esa pregunta?
P: Nada. Te miro y me imagino el resto. Igual me he equivocado…
H: No, no te has equivocado. Si, estoy …¿Cómo se dice?, ¿enamorado…atontado, atolondrado, embobado…?
P: Pero, estás triste..y se dice que el amor da alas…
H: Supongo que será así…, cuando es correspondido

El nudo gordiano se había mostrado de forma rápida e inexcusable. El chaval sufría por un amor que no llegaba a alcanzar, quizás no lo había intentado, quizás ella vivía lejos y la echaba de menos, quizás…

P: ¿Qué pasó. Cuéntame un poco?.
H: La cosa empezó al comienzo de las vacaciones. La conocí en fiestas de Zuharo. Es de la cuadrilla de la prima de Andoni y tal. Se llama Nere. Enseguida conectamos. No se , su forma de hablarme, cómo me miraba, lo natural que se mostraba conmigo…todo, todo…, me llevó poco a poco, a acercarme más y más a ella, hasta que comencé a pensar cada vez más en que me encantaría salir con ella. Constantemente sentía y …aún siento…ganas de llamarla, hablar y hacer planes para quedar y esas cosas…Empecé a enamorarme…y de alguna manera sigo estándolo

P: ¿Qué bueno…?
H: Al principio si, pero ya no. Un buen día cambió de actitud y hasta hoy…
P: ¿A qué te refieres?
H: Empezó a distanciarse de mi, hasta que su cambió fue tan brutal que acabé sintiendo  que era poco menos que invisible para ella cuando estábamos en cuadrilla. Ella es muy salada y hablaba y vacilaba con cualquiera menos conmigo…Joe, no hay quien lo entienda…¿Qué ha pasado?
P: ¿Y lo habéis hablado?
H: No del todo. Ten en cuenta que estábamos empezando y estábamos a gusto, pero no nos habíamos dicho para ser novios y eso…
P: Ya, ¿pero vuestra relación no da para hablar de eso que os ha pasado?

H: Yo creo que ya soy demasiado serio como para irle con “…oye, ¿porque no hablamos y tal?…) Al final va ha ser peor. Me gustaría hablar de esto con ella, sin mostrarme que estoy fundido…, porque si lo nota, se alejará más.

P: ¿Tu crees que si le muestras tus sentimientos será peor?

H: Igual si. Me quedaría más pillado, como sin salida.

P: Igual sería buena idea que lo hablaramos con ama. Ella es chica y sabrá darle aesto otro punto de vista ¿Qué te parece?
H: Vale.
(Continuará…)

Conversaciones entre padre e hijo (1)

Hijo: Aita, necesito hablar contigo.
Padre: ¿Qué te pasa hijo? Te encuentras mal?
H: No, no es que esté mal. Lo que pasa es que hay cosas que …no se…en mi cuadrilla..no se . Estoy hecho un lío. A veces estoy triste y a veces cabreado. No quiero estar así
P: Bien, pues eso que dices, bien que merece una charla. ¿Cómo lo hacemos?. Ahora es un poco tarde y…
H: No, prefiero que quedemos para mañana. Nos ponemos una hora y hablamos un rato,no?
P: OK. A las ocho de la tarde es buena hora para ti.
H:Vale. Aquí esteré.

Habían sonado las campanas de la iglesia hasta un total de diez veces. Había oscurecido hacia un buen rato y era hora de acostarse. Mañana sería un buen día!!!

La mañana había amanecido soleada, lo que daba una buena excusa para exprimir los últimos estertores vacacionales con una paseadita por la playa y el consiguiente chapuzón fresco y vigoroso.

Padre e hijo, se habían visto en diferentes momentos del día, pero no habían hecho alusión a la quedada, al menos no explícitamente, aunque era obvio que las miradas que se intercambiaban hablaban por si solas compartiendo el mismo deseo de que llegara la hora de la charla.

Tras haber comido en familia, el padre salio a dar un paseo para disfrutar de la calma que se siente por el puerto a la hora de la sobremesa, justo cuando las bulliciosas voces se silencian soporiferamente sobre un colchón.

No hacía más que pensar en su chaval, en si se trataría de algún tema amoroso, de cuadrilla o qué sería lo que tanto le estaba preocupando. El reloj corrió de prisa esa tarde y para cuando se dio cuenta, faltaba un cuarto de hora para estar con su hijo. Llego a las ocho en punto a casa y …(continuará…)

Empatizando con las Madres/Padres de las/os «Culpables»

El pasado viernes Noruega fue sacudida por un terrible atentado que dejó un importante número de víctimas. Un drama al que el pais nórdico no está acostumbrado y que ha causado una importante conmoción entre su ciudadanía. Cuando suceden hechos de este tipo, nos acordamos lógicamente, de las personas muertas y sus familias. Nos solidarizamos, les mostramos nuestra afección y, en la mayoría de las ocasiones, empatizamos con ellas. Pero también en estos momentos deberíamos acordarnos de la familia del responsable de esta atrocidad. En los pasados días, algunos medios sí han recogido la reacción del padre del autor de la masacre de Oslo y de la Isla de Utoya. Este señor ha declarado que desearía que su hijo «se hubiera suicidado antes de matar«.

Todo ello, nos ha llevado a reflexionar en Zeuk Esan hacia la figura de las madres y los padres cuando sus vástagos acometen acciones negativas. Evidentemente, el caso de Noruega es extremo, pero en la vida cotidiana se dan muchas situaciones en las que las madres y padres sufren en sus propias carnes las consecuencias de los actos de sus hijas e hijos.

Por ejemplo, cuando un o una adolescente comete un robo, un delito,  agrede a otra o a otro, cuando llaman desde urgencias alertando de un coma etílico, etcétera… las madres y padres reciben un shock importante. En ese momento, pueden pasar muchas cosas por la cabeza y, en muchos casos, pueden llegar a sentir un sentimiento de responsabilidad como causantes indirectos de lo que ha sucedido. Es muy común el pensar en el «si no le hubiera dejado ir«, reflexionar acerca de la pregunta típica del «en qué hemos fallado«, etc…

En la mayor parte de los casos, a pesar del estupor inicial, la secuencia de los acontecimientos vira, nuevamente, hacia la protección de los hijos e hijas. Es decir, aunque lo que él o ella haya hecho sea grave, se tiende a defenderlos. Es lógico. Y, en los casos que no sean excesivamente graves, es aconsejable recogerles porque, a no ser que haya algún tipo de dolencia mental de por medio, ellos o ellas, sabedores de su responsabilidad, también se sentirán culpables.

Obviamente, una vez dado el paso de decirles de alguna manera que, a pesar de lo que has hecho, estamos aquí, sería conveniente, sobre todo en el caso de los menores o adolescentes, hacerles ver mediante alguna consecuencia acordada entre los progenitores (castigo, etc…), que efectivamente se han sentido apenados, tristes, enfadados por lo sucedido. Es importante para reforzar el aprendizaje educativo que, también en estos casos, se da.

Como comentábamos, estas pautas son aplicables ante los episodios ordinarios que pueden suceder en el seno de casi cualquier familia. Sin embargo, el ejemplo con el que hemos comenzado este post es tan extraordinario que no sabríamos decir si nuestra reacción sería como la del padre del asesino confeso noruego.

Aprovechamos este texto para recordar que el servicio Zeuk Esan está abierto también a madres y padres con dudas, preocupaciones o pregunta relacionadas con menores de edad, sea sobre un tema parecido al de esta entrada o sobre cualquier otro.

¡¡¡Tengo un adolescente normal!!!

Me lo comentaba una madre que estaba preocupada por su hijo. (¿Qué raro que nos preocupemos por ellos!!).

El caso es que a ciertas edades, se dice que los hijos son muy desordenados y con un bajo nivel de autoexigencia. (¿Quién dice que eso sea así?).

Resulta que su hijo no entra en ese cliché y es un chaval ordenado…”en exceso” (decía su madre)… “sale tarde de casa con tal de dejar súper ordenada su habitación. No se va a la cama si no ha hecho todos los deberes aunque sea tarde…”.

La pregunta era si eso era normal o un problema raro, de esos psicológicos y muy graves….

Me imagino a tantísimos padres y madres leyendo estas líneas y llorando. ”¿Por qué mi hijo no tiene ese problema en lugar de los que tiene?”

Quiero dejar claro, que a cada cual nos preocupa lo que tenemos en casa, por supuesto. Y que conocemos p/madre que debieran preocuparse y no lo hacen, también. Pero el común de los padres y madres estamos pendientes, a veces en exceso, de lo que les ocurre.

Otra punto que quiero aclarar es que en cualquier  libro de Psicología Evolutiva pondrá que “el primer diente sale a los seis meses”, pero todos sabemos que es orientativo, porque a cada cual le salen los dientes cuando cuadra: unos nacen con ellos, a otros a los doce,…raramente justo el día en el que cumplen el medio año.

Con esto quiero decir que la mayoría de los jóvenes, se comportan a una edad….de una manera. Y eso es normal. Pero que otros menos, se comporten de otra manera…también es normal. Menos frecuente, pero normal.

No busquemos problemas donde no los hay.

Otra cosa sería si de lo que habláramos fuera de un comportamiento exagerado, no que a mí me lo parezca, sino que fuera una gran desadaptación y hubiera sufrimiento por parte de la persona que lo realiza…; entonces podríamos consultar, pedir ayuda para disminuir dicho sufrimiento.

Entiendo que nos preocupemos por nuestros hijos e hijas. Por ello, siempre que tengamos dudas, busquemos una persona cercana con quien podamos contrastar lo que pudiera ser problemático y lo que es nuestro propio temor. Hay que tomar distancia, salir de la situación y mirarla con otros ojos para poder relativizar o tomar cartas en el asunto.

Y recordad, que ante la duda siempre se pueden acudir a profesionales (como los de Zeuk Esan 116111) que nos ayuden a analizar la situación.

¡¡¡Y disfrutad de vuestras hijas e hijos!!!

Todas y Todos Somos Responsables

Todas y Todos Somos Responsables

A menudo, recibimos llamadas al 116.111 de madres y padres que están viviendo episodios conflictivos con su hijo o hija adolescente; pugnas de autoridad, cuestionamiento de los límites, empoderación de las y los menores en casa… que los progenitores no están sabiendo gestionar y controlar.

La mayor parte de estos planteamientos que exponen estas madres o padres parten de ejemplos concretos que están viviendo en esos momentos y que, para ellas y ellos, ya es la gota que ha colmado el vaso: amenazas, chantaje e incluso agresiones filio-parentales que, en nuestra opinión y en la mayoría de los casos, no dejan de ser síntomas de una evolución de, en general, una mala práctica educativa.

Por ello, solemos tratar de hacer un poco de historia o recorrido para saber cómo ha sido la relación entre madre/padre e hijos/as hasta llegar a la situación de que el o la adolescente llegue a ese punto: ¿normas poco claras en casa?, ¿ausencia de alguna de las figuras paternas?, ¿excesiva permisividad?, etc…

En estos como en otros casos, las chavalas y chavales que tienen estos comportamientos son los principales responsables como actores directos de los mismos pero, como en casi todas las cosas, siempre se pueden encontrar causas que expliquen cómo se ha llegado a dicha situación. Y es aquí donde, en muchas ocasiones, empezamos a notar, al otro lado del auricular, que a estas madres y padres no les gusta ahondar en esas causas porque (insistimos, en la mayoría de los casos) se descubre que buena parte de la responsabilidad les corresponde a ellos y a ellas.

Y es aquí, con el fin de huir de ese sentimiento de culpabilidad, cuando muchos padres y madres comienzan a achacar a otros agentes o terceras figuras su cuota de responsabilidad: escuela, profesionales de la sanidad, Educadoras, Psicólogos e incluso equipos de fútbol…

Con todo, entendemos que ningún padre o madre llama a Zeuk Esan para escuchar cómo se le «lee la cartilla» y tampoco es éso lo que se pretende desde este servicio, pero sí vemos necesario que sean conscientes de que todas y todos tenemos nuestra parte de responsabilidad cuando se llega a situaciones así. Y sí, entendemos que puede doler escucharlo, pero no podemos callarnos por ello. Otra cosa es que, una vez dicho, a veces (afortunadamente, las menos) nos cuelguen el teléfono.