Una txapa sobre drogas

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A la hora de tratar el tema de las drogas con nuestros hijos e hijas es bueno que, como madres y padres, nos sentemos y afrontemos nuestros propios miedos, que asumamos nuestra responsabilidad y, desde ahí, tratemos de informar, orientar, eliminar las creencias erróneas y alertar acerca de los peligros del consumo de drogas. Es nuestra responsabilidad y nuestro deber hablar con ellos y ellas. Haciéndolo es más fácil minimizar los riesgos asociados a estos consumos. Por ello, desde Zeuk Esan, te animamos a que nos llames al 116.111 para obtener información y orientación sobre cómo hacerlo.

De momento, os dejamos a continuación la recreación de una “charla” entre dos chavales de 16 años. Entendiendo la forma y los códigos que ellos y ellas manejan, nos será más fácil sentarnos a soltarles una txapa sobre las drogas.

Sara: ¡¿Otro porro?! ¿Pero qué haces tío? ¡Te vas a quedar “atontao”!

Dani: ¿Qué dices tía? A mí no me afecta… La peña que está atontada es porque viene así de serie o les afecta más… A mí me ayuda a relajarme y ver de diferente forma las movidas… Anda que no fuma gente y no pasa nada…

Sara: No, ¡qué va! Que se quedan paraos, muchos no hablan y, si lo hacen, dicen tonterías… Se les olvida de qué estaban hablando, piensan cosas raras y no me digas que no, porque todos empezasteis con un porrito y ahora mira, estáis todo el día fumaos… Por cierto, ya dicho sea de paso, esa mierda que te metiste el fin de semana, te puso gilipollas estabas de mala leche todo el rato, súper agresivo, ibas de guay, me daba entre pena y vergüenza verte, casi me metes en un jaleo y encima la pagaste conmigo…

Dani: Ya estamos… No es por lo que me metí. Esos tíos llevaban mirándome mal toda la noche, no tengo porque aguantar eso, me cabreé y punto.

Sara: ¿No piensas dejarlo?

Dani: ¡A ver! Que sólo lo hago los fines de semana…

Sara: El otro día hable con mi madre de este tema y me contó que en su cuadrilla muchos han fumado porros y se han metido de todo, que los que empiezan normalmente prueban cosas nuevas y van escalando y eso es peligroso. Muchos de los que eran sus amigos se han ido alejando y quedando solos por verse diferentes debido a sus paranoias, otros han acabado deprimidos o con un montón de ansiedad, dejaron de estudiar y fueron a por dinero fácil. Encima, que sepas que siguen metiéndose “sólo” los fines de semana con 40 y pico años, lo que no significa que no estén enganchados… Y otros no tuvieron tanta suerte y murieron, no te pienses que les hizo falta heroína, uno con una simple raya de no sé qué, ahí se quedó… Y otro medio cuerpo paralizado… Por no contar toda la cantidad de achaques que les pegan, están de todo menos sanos…

Dani: Fijo que tu madre exageró para que no te dé por ahí. ¡No hagas que me emparanoie, eh! Yo no me metido contigo…

Sara: No exagero ni me meto contigo, si te jode que te hable tan clarito te jodes… ¿A ti no te hablan de eso o qué?

Dani: No yo creo que están mejor así, que piensan que, si me hablan de esto, me va dar por probar. Para mí que de los ojos que llevo a casa tienen que darse cuenta pero pasan, y de lo “otro” ni enterarse, ya me preocupo yo de esconderlo bien todo… ¡Además que no me rayes te estoy diciendo! Yo no estoy enganchado a nada tía: hago deporte y la poca mierda que me meto la sudo en el fútbol… Cuántos famosos lo hacen y míralos… Tu madre sólo te ha hablado de los cuatro tiraos que andan por la calle… Deja de darme la chapa porque al final voy a pasar de quedar contigo, todo el día con lo mismo…

#egONLINE

Decir a estas alturas que Internet está completamente integrado entre nosotros y nosotras es muy de perogrullo, ¿no? La red, el acceso a contenidos, la difusión de conocimiento, las relaciones online y un largo etcétera de servicios que nos proporciona el universo de la triple w, forman parte de nuestra vida cotidiana a todos los niveles.

Esta integración se da a todos los niveles (en lo laboral, en el ocio, en lo académico…), en todas las edades y cada vez en más soportes (ordenador, teléfonos, televisión…)

Esta presencia de Internet en nuestras vidas y la forma de utilizarla proporciona un montón de potencialidades pero también algunos riesgos y, por tanto, también provoca prejuicios, rechazos, dependencias, genera nuevas formas de relación con sus códigos propios, etc…

Por todo ello, desde el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, área a la que pertenece ZEUK ESAN, se ha planteado la necesidad de abordar con mayor intensidad el vasto ámbito online con las personas menores de edad y, por eso, ha puesto en marcha el programa #egONLINE.

Este programa está en marcha desde el pasado día 20 de noviembre (coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos de la Infancia), fecha en la que se presentó y en la que desde nuestra cuenta de Twitter estuvimos transmitiendo mucho de lo que allí aconteció bajo el hashtag #egONLINE.

Pero más allá de aquel acto, este programa sigue en marcha en cinco institutos de Euskadi hasta el 15 de abril de 2014, trabajando con chavales y chavalas de 1º, 2º y 3º de la ESO y el profesorado de dichos centros con el objetivo de sensibilizar a las y los adolescentes sobre los riesgos que tiene Internet si no se actúa con seguridad, así como acerca de las potencialidades de la Red.

De todo el trabajo que se desarrolle en los próximos meses en los institutos así como en otros espacios de trabajo, os iremos dando cumplida información a través de nuestros blogs y de nuestras redes sociales… En definitiva, que en Zeuk Esan también estaremos #egONLINE.

EL BIENESTAR DE LOS HIJOS/AS ANTE LA SEPARACIÓN DE SUS PADRES Y/O MADRES

La composición de los hogares familiares con hijos/as, está cambiando rápidamente con el aumento de las rupturas de pareja. Este cambio afecta tanto a la estructura familiar como a las relaciones entre sus miembros.

Teniendo en cuenta que la familia es el contexto inmediato y el sistema de apoyo principal de los/as hijos/as, las rupturas de pareja suponen una transición difícil para los/as más jóvenes. La inestabilidad creada por la ruptura, puede generar un desequilibrio emocional y sentimientos intensos, en estos/as, con posibles tasas altas de ansiedad, dificultades interpersonales etc.

Pero el grado de malestar de los hijos e hijas depende de factores diversos. Por un lado, la adaptación del padre y/o la madre ante la nueva situación familiar y personal. Por otro, el apoyo de fuentes externas, como pueden ser los familiares y amigos. Y por último, la relación entre ambos congéneres. Además, la continuidad del conflicto después de la ruptura, puede incrementar la hostilidad en las relaciones, agravando aún más la situación de los/as más jóvenes de la casa, ya que la prolongación del conflicto en el tiempo, puede dificultar el buen desarrollo psicológico, físico y escolar de estos/as chicos/as.

Con todo ello, no nos debemos de alarmar y si buscar la forma de afrontar la situación más adecuada para el bienestar de hijos e hijas. Este afrontamiento supone:

  1.  Mantener una comunicación estable y segura entre los hijos/as con el padre o la madre. Asimismo, buscar un entendimiento adecuado entre la madre y el padre.
  2.  Reorganizar las responsabilidades de los adultos con respecto a sus hijos/as, teniendo en cuenta el bienestar de estos/as.
  3.  Promover la adaptación y la autoestima de los miembros de la familia.
  4.  Mantener los vínculos de coherencia y la unidad familiar.
  5.  Proporcionar apoyos necesarios y seguros a los hijos e hijas.
  6.  Mantener y desarrollar el apoyo social.
  7. Controlar el impacto de la situación para evitar la repercusión negativa en los/as  hijos/as.

En conclusión, se basaría en facilitar una buena adaptación a la nueva situación familiar teniendo en cuenta en todo momento el bienestar de los/as hijos/as.

Algunos consejos para que nuestras chicas y chicos disfruten de la Tablet o el Smartphone

¡¡Feliz año a todas y todos!! ¿Qué tal han ido las fiestas navideñas? Nosotros y nosotras aquí, al otro lado del aparato, al otro lado del 116.111. Esperemos que Olentzero, Papanoel o los Reyes Magos se hayan portado muy bien. En este sentido estamos seguros y seguras en Zeuk Esan que muchas chicas y chicos habrán tenido como regalo estas navidades una tablet o un smartphone, ¿verdad? ¡Vaya regalazo! Bueno, igual hay muchos aitas y amas que no consideran adecuados este tipo de gadgets como regalo y es algo muy respetable, pero muchos y muchas otras y otros sí.

Para estos últimos, vamos a dejar una serie de consejos para que las chicas y chicos que han recibido estos presentes los disfruten sin ningún tipo de problema o riesgo, unas recomendaciones que han de tratar de aplicarse desde el diálogo entre madres/padres e hijos/hijas, unas pautas fáciles de cumplir y que, como decimos, harán que la experiencia con estos nuevos juguetes sea totalmente satisfactoria. Vamos a ello:

      – Los y las menores han de conocer no sólo cómo funciona la tablet o el smartphone y sus muchas posibilidades sino los riesgos de un mal uso, sobre todo, para la seguridad.

– Nuestras chicas y chicos han de tener claro dónde, cómo y cuándo puede –o es oportuno- utilizar su nuevo equipo.

– Las personas adultas deberían saber y elegir las distintas opciones de los gadgets, así como las aplicaciones, programas y servicios.

– Para los y las más peques sería conveniente que se instalasen programas que filtren el acceso a webs y contenido inapropiado o peligroso.

– Las chicas y chicos deben tener clarísimo que tienen que ser respetuosos con otras persones con las que interactuen en las redes sociales o en juegos online. Cualquier ataque, humillación, chantaje o broma muy pesada –EL CIBERACOSO- a otra persona es intolerable y puede llegar a ser delito.

Bueno, éstas son algunas de las normas que, en nuestra opinión, hay que tratar de transmitir a los menores que poseen un smartphone, tablet o cualquier otro aparato. De todos modos, podéis consultar el artículo completo de donde hemos extraído estas pautas en el siguiente enlace. Asimismo, nos gustaría también que echaséis un vistazo al ejemplo de una madre estadounidense que le regaló a su hijo adolescente un iPhone pero, a cambio, le puso unas, a nuestro juicio, geniales instrucciones para poder usarlo. Podéis leerlo aquí.

Mantengamos la Calma

Mantener la calma. Sí, sabemos que este ejercicio en según qué circunstancias es complicado pero es importante tratar de ponerlo en práctica. Insistimos: sabemos que es difícil y más cuando se trata de temas o conflictos relacionados con nuestras hijas e hijos, pero si actuamos desde la inmediatez y el agobio podemos causar perjuicio, precisamente, a nuestras hijas e hijos o a terceras personas.

Desde Zeuk Esan, cuando una madre o un padre nos llama muy alterada, lo primero que tratamos es que mantenga la calma. Intentamos que esta persona se enfríe de forma que pueda reflexionar o pensar mejor. A veces lo conseguimos y otras no. A veces logramos que nos escuchen y lo que, en un principio, era una emergencia total, al final se acaba convirtiendo en una acción mucho más sosegada y pausada. Otras veces, no. En esos casos, la persona que llama quiere denunciar, quiere que se castigue a otro niño o niña, quiere que se expediente a una monitora, que se expulse a un profesor, que se multe a otro u otra adolescente… y no está dispuesta a escuchar alternativas.

Lo curioso es que, en muchos de esos casos, cuando a la persona alterada se le pregunta si ha intentado recabar más información al respecto de lo que, normalmente, le cuenta su hijo o hija, dice que no, dice que cree a pies juntillas lo que su vástago le cuenta. Y está bien, claro, tener confianza en lo que nos cuentan nuestras chicas y chicos pero cuando se trata de algo que, como decíamos antes, puede afectar a otras personas, hay que hacer el esfuerzo por ir un poco más allá.

Es importante, por tanto, que el amor que sentimos por ellos y ellas no nos ciegue. Por supuesto que les tenemos que defender pero eso no implica que debamos actuar precipitadamente porque si acabamos sacándoles la cara por algo en lo que ellos o ellas pueden haber sido responsables, educativamente les estamos enseñando que da igual lo que hagan, que siempre les defenderemos y, además, podemos estar siendo injustas e injustos con otra persona.

Dicho lo cual, insistimos: mantengamos la calma, tratemos de informarnos y no defendamos per sé todo lo que nos digan en un determinado momento o conflicto. Hacer ésto no significa que les queramos menos. A veces, es todo lo contrario.

Hijos/as testigos de la relación conyugal

La familia es una red de afectos en la que se teje el vínculo entre sus miembros. Ese vínculo irá cogiendo cuerpo en el transcurso de los momentos cotidianos y se configurará sobre la base de la calidez y calidad de los momentos vividos.

A menudo escuchamos aquello de “qué suerte habéis tenido con vuestra hija”, o bien su contrario, tal como: “que mala suerte han tenido esos pobres padres con lo buena gente que son y el hijo tan despendolado que le ha salido”. Pues bien: es cierto que la persona se va conformando no sólo bajo la influencia del padre y/o la madre, pues hay indudables factores de importancia en la configuración del carácter, tales como la disposición genética, las amistades u la presencia de adultos resilientes, en el itinerario vital de los chicos y chicas. No obstante, si bien estos factores pueden funcionar en beneficio o perjuicio en la educación de los más jóvenes, cabe pensar que lo harán de una forma menos contundente que el influjo ejercido por la familia.

El vínculo que un/a niño/a asimila por vía de su p/madre crea la base de su experiencia afectiva, sobre la cual se sumarán el resto de experiencias posteriores. Es por ello que el clima que se viva en casa será determinante por ser el sustento sobre la que se apoya lo que está por venir. Esto funciona para bien como para mal. Quiero decir que el afecto, la capacidad de escucha, el diálogo como forma de estar y como manera para buscar soluciones ante problemas que surjan, la capacidad de hacer planes conjuntos, etc, revertirán de forma positiva en el carácter del hijo o de la hija. Por el contrario, las malas manera, el desorden conviencial y la falta de sintonía y de respeto, también ejercerán su impronta, pero en la dirección equivocada.

Una de las cuestiones a tener en cuenta en la educación de nuestros/as hijos/as es la relativa a cómo tratamos a nuestra pareja, siempre que haya pareja, claro. A veces pensamos que educar es intervenir directamente ante el/la hijo/a. pero nos olvidamos que también educamos cuando los/as adultos/as nos relacionamos entre nosotros/as: papa y mama o mama y mama o papa y papa.

Los hijos/as son testigos absorbedores de todo lo que ocurre a su alrededor, aunque a veces pensamos inocentemente que “no se enteran” (en el caso de los más peques). ¡Cómo que no! Se quedan con todo. Y las buenas maneras les hacen más seguros/as de si, así como dubitativos o ansiosos las malas. Eso hay que tenerlo clarito.

Empatía para superar el Conflicto Madres/Padres versus Adolescentes

«Es que mi madre piensa que todavía soy un crío y que no pienso en esas cosas». Esto nos decía, hace poco, un chico por teléfono. Con esas cosas se refería a sus primeras inquietudes de carácter sexual. Unas primeras dudas que había empezado callándose pero que ya no aguantó más y que tuvo que acabar compartiendo con sus padres. Y todo porque, hasta hacía poco tiempo, sus padres habían sido esos referentes que le recogían y que le resolvían todas esas dudas que le acuciaban cuando era más pequeño. Ahora no. Bienvenido a la adolescencia, amigo.

Con 14 años, este tipo de situaciones son difíciles tanto para los chavales y chavalas como para los propios progenitores. Efectivamente, muchas madres y padres siguen viendo a sus vástagos como esos niños y niñas que, hasta hace cuatro días, iban con ellos los domingos por la tarde. Pero, no queridas madres, no, queridos padres… Bienvenidas/os a la adolescencia.

El verdadero problema deviene cuando además de que, efectivamente, puede costar entender los nuevos planteamientos, sentimientos y comportamientos de los y las adolescentes, no somos comprensibles con ellos y ellas. Y más cuando, como es el caso, este chico no puede hacer nada por evitarlo. Me explico: este chaval había tanteado a sus padres, había sondeado qué opinaban ellos en cuanto a la posibilidad (certeza para él) de que le gustasen los chicos. Desgraciadamente, en este caso, obtuvo como respuesta una reacción desmedida del tipo «quítate esas cosas de la cabeza«, «no digas tonterías«, «tú eres normal«, «no nos decepciones» o la ya citada «si tú todavía eres un niño«.

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Pautas para abordar el Duelo Infantil

Duelo Infantil

¿Cómo explicar a un niño la muerte de un ser querido? ¿Puede llegar a entender qué es la muerte? ¿Es mejor contar o no contar? ¿Qué hacer si nos pregunta? ¿Es diferente la vivencia de la muerte si el niño tiene 5 años o si tiene 10? ¿Puede un niño estar en duelo? ¿Cómo le puedo ayudar? ¿Necesita una ayuda especial? ¿Es bueno que nos vea tristes? ¿Tenemos que evitarle lo sucedido? ¿Qué pueden hacer los profesores cuando un niño se encuentra en duelo?

Difíciles respuestas para difíciles preguntas, ¿verdad? Desgraciadamente, las personas adultas nos vamos a tener que enfrentar a situaciones como las que se describen en esas cuestiones. Nuestras niñas y niños van a tener que asumir la pérdida de personas cercanas y nosotros y nosotras vamos a tener que estar ahí para echarles un cable…

Para tratar de ayudar, tanto a madres y padres como a profesionales que trabajan con Infancia y Adolescencia a contestar a esas preguntas, ha salido a la luz una guía titulada «Explícame qué ha pasado», realizada por la psicóloga Loreto Cid, a través de la cual se nos enseña cómo enfrentarnos al duelo infantil, dejando claro que ocultar este tema o esperar a que pase solo es contraproducente.

Dicha publicación, de carácter estrictamente online, se puede consultar gratuitamente en este enlace, pero, a continuación, os dejamos algunas pautas o consejos que pueden ser idóneas para tratar de solventar situaciones de este tipo:

· El primer consejo es decirles la verdad, adaptándola siempre a la edad y al desarrollo cognitivo y emocional del menor.
· La primera verdad que debe saber un niño es que la persona ha muerto y que nunca más volveremos a verla.
· Es importante no utilizar metáforas relativas a la causa de la muerte de la persona, porque, aunque nuestra intención sea suavizar y amortiguar lo sucedido, lo que podemos provocar es una mayor confusión y angustia: “El abuelito se ha quedado dormido y ya no va a despertar” (puede provocar en el niño un fuerte temor a irse a la cama y quedarse dormido). “Tu hermanita era muy buena y se ha ido al cielo”. (El niño puede sentir mucha confusión sobre si portarse bien es bueno o malo).
· Siempre que sea conveniente, hay que asegurarse de que el menor tenga claro que no es responsable de la muerte de su pariente.
· Ninguna de las explicaciones que se den al niño o al adolescente tienen por qué darse “de golpe”: podemos ir haciéndolo poco a poco y siempre completándolo con las preguntas, dudas y observaciones que él mismo o ella misma quiera hacer.
· También resulta clave darles la oportunidad de expresar sus dudas y permitirles participar siempre que lo deseen en los ritos de despedida de la persona fallecida: A partir de los seis años, aproximadamente, los niñosy niñas pueden participar en los velatorios, entierros o funerales.
· Y recuerda: Los niños tienen derecho a estar tristes aunque nos resulte doloroso.

Vía: EITB

Cuando hablamos de violencia…

Hoy por la mañana hemos recibido una llamada atípica en el servicio. Nos han llamado de Euskadi Irradia-1, para hacernos una entrevista de escasos quince minutos en torno a la temática de la violencia filio-parental, a rebufo de una investigación que recientemente ha publicado la Universidad de Deusto en torno a este tema.

Si bien el servicio Zeuk Esan es una plataforma generalista que atiende casos del ámbito vital del/de la adolescente, hemos aceptado la invitación gustosamente, ya que siempre es interesante que los/as profesionales involucrados en temáticas de familia y educación, estemos presente en el debate publico, a fin de ofrecer al/ a la oyente y/o al/a la lector/a un marco de reflexión compartido.

Dicho esto, cabe preguntarse de qué hablamos cuando hablamos de violencia. Es lícito pensar que desde una perspectiva amplia la violencia es un acto de comunicación. Inadecuado, bien; pero en definitiva, una forma de dar a entender un “algo” sin el concurso de la palabra. Cabe entenderla, siguiendo con la idea, que se trata del fracaso del uso de la palabra y del diálogo como vía de entendimiento.

Ante ello, la pregunta que a cualquiera se le antoja hacer sería:

¿Comunicar? ¿Comunicar que…?

Bien, no es fácil. Si partimos de que el uso de la violencia  es una conducta. Si aceptamos que la conducta humana se moldea desde la primera infancia, a lo largo del desarrollo del niño/a, y si a ello le sumamos que la relación con la madre y el padre es lo más importante para ese desarrollo, podremos atrevernos a deducir que la violencia se aprende.

¿Porqué en una misma familia hay hijos/as violentos y otros/a que no lo son?
Esta pregunta pudiera dar al traste con la idea de que la violencia se aprende. Ante esto me atrevo a decir que una familia está en continuo cambio, dependiendo del momento que vive. Una misma familia, así como un mismo ser humano, está expuesta a reveses como el paro, enfermedades, muertes, divorcios, que pueden dañar su salud y dejarle sin saber cómo tirar para adelante. En tales casos, la impotencia, la rabia, la frustración pueden cambiar en ánimo de un padre o una madre, así como su forma de actuar.

¿Un joven violento nace o se hace?
Hay científicos que investigan este tipo de cosas. En la parte que nos toca podemos afirmar que la mente humana está en continuo cambio. Es como una esponja que absorbe y si lo que se le ofrece es bueno, en dosis suficientes, con afecto y cuidado, conseguiremos una mente sana y, por consiguiente, un niño/a sano/a.

¿Pero se supone que un a madre o una padre siempre querrá lo mejor para su hijo o hija?
No podemos ocultar que hay casos de violencia infantil que se notifican. Cabe decir, que una madre o un padre en normales condiciones de salud psicológica ofrecerán a sus hijos/as lo mejor de si, pero desgraciadamente en algunos  casos esto no ocurre

¿Se puede decir que un padre o una madre que en su niñez ha sufrido maltrato, se convertirá en maltratador de mayor?
Rotundamente no. Hay niños que tras haber sido mal tratados por sus padres, han conseguido alejarse del mundo de la violencia de mayores. También es cierto que la violencia filio-parental, se da más en familias en las que se da violencia.

¿En que tipo de familias se da una mayor incidencia de este tipo de violencia?
Según investigaciones, en aquellas en donde hay una mayor exposición por parte de los niños/as a la violencia domestica. En tales casos, el uso de la bofetada, del empujón o del golpe indiscriminado, puede acabar siendo copiado como forma de comportamiento, ya que en su mente hay una legitimación de la misma, al haber sido utilizada por parte de las personas más influyentes e importantes para el niño/a: el padre y la madre.

También se da, por el contrario, en aquellas otras familias en los que los padres y/o madres desatienden a sus hijos/as. En tales casos, el menor es víctima de una indebida protección y cuidados de sus necesidades vitales; sean estas emocionales, físicas, formativas, de seguridad, etc. Así transita “sin orden ni concierto”, haciendo su vida al margen de la mirada, presencia y supervisión de sus padres. Ello, evidentemente genera en su mente la idea de que es prescindible e invisible, lo cual se lleva a sentirse frustrado, triste y/o rabioso.

Por último, también se da en aquellas prácticas educativas en donde al niño/a se le consiente de todo y en las que los límites educativos están ausentes, produciéndose en consecuencia lo que se ha venido a llamar como el “síndrome del emperador”.

«Hoy ha sido uno de los mejores días de mi vida.”

Es una frase de un adolescente a sus padres en uno de esos momentos que tienen más comunicativos, cuando no sabes por qué, abren el grifo y nos hablan de sus emociones, de cómo están, cómo se sienten. Yo creo que lo hacen por eso, porque están bien y siempre es más placentero comunicar lo positivo y, además, afectivamente no arriesgan tanto transmitiéndonos su bienestar.

Pero hay veces que les vemos sufrir y no podemos llegar a ellos.

Nos pasa a muchos, que cuando estamos mal, nos cerramos, nos callamos y llegado el momento, hablamos de lo que tenemos dentro sólo con los muy buenos amigos, los que te entienden, te apoyan y no juzgan lo que te pasa, que están para escuchar y si se les solicita consejo, te dicen lo que ellos harían si a ellos les ocurriera,  no “tú lo que tienes que hacer es…”. Elegimos con quién abrir nuestro corazón, porque ahí sí se arriesga mucho.

Por otro lado, les ocurre a nuestros adolescentes (y a un montón de adultos) que tienen que aprender a gestionar sus emociones de manera adecuada, que les permita el desahogo, abrir el grifo y reducir el malestar, sin tragar hasta explotar.

Para ayudar a nuestros hijos e hijas a que se “abran” y expresen sus emociones, estaría bien que estuviéramos atentos al momento en el que ellos están dispuestos, y aprovecharlo. Dejémosles hablar cuando arrancan, sin juzgar lo que nos dicen, sin sermones.

Dicen las investigaciones que para una buena comunicación filio-parental, los adultos tenemos que estar escuchando el 75 % del tiempo. ¿Alguna vez nos hemos fijado en cuánto tiempo de la conversación acaparamos nosotros?. Es un dato importante para  saber si son nuestros hijos e hijas los que no comparten o nosotros los que estamos cerrando el puente a la comunicación.