La vuelta al cole y la pasión por aprender

Ahora que las vacaciones estivales comienzan a acercarse a su fin y el nuevo año escolar está en puertas de iniciarse, parece conveniente hacer alguna referencia a una cuestión tan recurrente como es la motivación para aprender.
Hay que pensar que la motivación tiene que ver con la emoción y la curiosidad. Por el contrario, se piensa que está más unida al esfuerzo y la tenacidad; que también, pero no sólo. Ocurre lo mismo que con el enamoramiento. No nos enamoramos porque queramos hacerlo y aunque la disposición a buscar una pareja que nos guste es importante, la atracción ocurre “cuando ocurre”. Se nos abre la mirada, el sentimiento y el deseo de estar con esa persona de forma fluida y sin esfuerzo. ¿Cómo enamorarnos de alguien de quien no sentimos “ese impulso”, verdad?
Haciendo un paralelismo, podríamos preguntarnos acerca de cómo es posible sentir atracción por una materia que no nos despierta curiosidad, sentido y sin que llegue a poner en juego nuestra creatividad. En este sentido, la motivación como afecto o como emoción, surgirá cuando la materia que se nos explica esté viva, permita la exploración y nos haga sentirnos activos. Para ello, la persona que lo imparta tiene que trasmitir esa pasión que estimule al/ a la estudiante a meterse en la tarea.
Memorizar, por memorizar está muy bien si el objetivo que se persigue es saber más de lo que se sabe. Si sirve para formar y no sólo para informar y siempre mejor si se consigue hacer con “curiosidad de saber”. De lo contrario, el esfuerzo que conlleve sólo servirá para aprobar un examen y es crucial buscar un camino intermedio entre la operatividad de coleccionar aprobados y la verdadera formación académica.
Considero que los/as profesores tienen que ser verdaderos trasmisores del deseo de saber y alejarse de la apatía de dar la clase de forma instrumental. No tratamos con esto de hacer una crítica gratuita, ni lanzar un ataque corporativo, ni omitir la importancia de la familia en todo esto, u otras cuestiones propias del/ de la alumna y su actitud ante el estudio. Tratamos más bien de poner el acento en la idea de revisión del papel del enseñante, como aspecto importante y no como única razón. ¿Quién no se acuerda de aquel o aquella profesora que tuvimos y cuyo recuerdo perdura en nuestro memoria de forma viva por el impacto que tuvo en nosotros/as? ¿Qué nos dio que nos hizo sentirnos recogidos/as y vivos? Pues es de eso de lo que se trata.

Imagen by Muxote Potolo Bat

Trucos para no perder la paciencia

https://youtu.be/vVOudiHeRMo

«La paciencia es la madre de la ciencia», dice el refrán. Y yo añadiría que lo es, especialmente, si hablamos de la ciencia de educar, sobre todo cuando hablamos de educar a nuestras hijas e hijos. Y es que, siendo realistas y aunque dicha tarea nos proporciones inmensidad de momentos placenteros, mentiríamos si no dijéramos que, a veces, nuestros vástagos pueden llevarnos hasta el límite de nuestra capacidad de aguante. Va en el cargo de madre y padre y también en el de ellos y ellas. Hay que tenerlo asumido.

Partiendo de esta premisa y habida cuenta de que, con el inicio de las vacaciones, vamos a pasar más tiempo con nuestros hijas e hijos, ahí van una serie de consejos que esperamos os (nos) sirvan para sobrellevar mejor estas situaciones y, sobre todo, de cara a no empeorarlas.

1.- No tomarse como algo personal la conducta de los niños y niñas. Sus actitudes no están encaminadas a molestarnos y, por lo tanto, no deberíamos recibirlas de esta forma.

2.- Adultez e infancia. Etapas totalmente diferentes, cada una con sus características. Si somos capaces (que lo somos) de identificar esto, debemos empatizar y caer en la cuenta de que sus comportamientos (movimiento, acción, juego…) son los propios del momento vital en el que se encuentrran.

3.- Llamadas de atención. Sí, claro, nos necesitan y nos lo hacen saber a menudo.Nosotros y nosotras también hemos de atender esas demandas.

4.- Normas claras y concisas. Si nuestros hijos e hijas conocen de antemano e incluso, en algunos casos, pueden ser partícipes a la hora de confeccionar ciertas reglas dentro de la dinámica familiar, será más fácil hacerles saber a qué tienen que atenerse.

5.- Estrategias clásicas antes de explotar: tomar aire, contar hasta diez…

6.- Jugar con ellos y ellas, practicar algún deporte al aire libre, darles y darnos espacio… de esta forma, seguro que todas y todos nos relajaremos o crearemos un ambiente de mayor distensión.

7.- Si les ayudamos a identificar y expresar sus propias emociones, contribuiremos a crear un clima de confianza y a que sus comportamientos, en determinados momentos, sean más apropiados.

8.- Vamos a reírnos. O, al menos, tratemos de no dramatizar. Como se ha dicho al principio, muchas de las situaciones que nos llevan a perder los papeles corresponden a la normalidad inherente al periodo en el que tanto ellas y ellos como nosotras y nosotros nos encontramos por lo que tratemos de verlo con sentido del humor.

En fin, son cosas de perogrullo las que aquí se comentan pero no está de más que, de vez en cuando, alguien nos las recuerde. Esperemos que os sirvan del mismo modo que esperamos que paséis un gran verano con vuestras hijas e hijos aunque en algún momento, pues eso, nos puedan llevar hasta el límite.

Vía: Educapeques

Mi padre es un Hooligan

Este fin de semana fui a ver al hijo de unos amigos a un partido de hockey sobre ruedas. ¡¡¡Qué experiencia más “educativa”!!!

Los padres y madres pidiéndoles a sus hijos que metieran los sticks al contrincante por “no sé dónde”. Un horror. Yo no daba crédito. Sabía que el deporte escolar tenía ciertos aspectos bastante tristes, pero verlo en vivo, directo y a lo grande, me sobrecogió.

Hoy encuentro en un periódico un artículo muy interesante al respecto. Os incluyo el enlace para que podáis leer el artículo entero. No tiene desperdicio: “mi padre es un hooligan”.

La Federación de Fútbol de Murcia emprendió hace dos años una investigación para medir la violencia verbal en categorías infantiles, concluyendo que: “los padres causan el 80% de los altercados en el fútbol base. Psicólogos, árbitros y deportistas piden acabar ya con la violencia”.

Un ejemplo en el extremo de lo negativo fue un árbitro noqueado en el suelo por un padre, cuando los chavales se habían portado divinamente; en el lado de lo ejemplar, un chaval de 15 diciéndole a sus furibundos seguidores que ‘un poco de respeto para este hombre’.

Además, de la violencia física y verbal hacia los contrarios, es notoria la presión de los progenitores hacia los hijos, que también es muy agresiva y contribuye a menoscabar la autoestima y la seguridad. Según se expone en el artículo, “mientras las madres se desgañitan, algunos padres se ven súbitamente abducidos por el espíritu de Mourinho: dan órdenes, corrigen posiciones, claman contra el árbitro y, quizá sin pretenderlo, cargan a sus hijos con fardos imposibles de llevar.”

La presión paterna se palpa no sólo en el fútbol, sino también en otros deportes. Pepu Hernández, exseleccionador nacional de baloncesto , llegó a conocer, en su momento, a un padre que «le daba la paga a su hija según los puntos que metía en el partido”.

Según Fernando Gimeno, profesor de Psicología del Deporte en la Universidad de Zaragoza, «los chicos buscan el reconocimiento de sus padres. En estas circunstancias, el mensaje de ‘yo quiero que seas el mejor y no puedes fallar’ resulta mucho más negativo que el de ‘esfuérzate, haz lo que puedas y disfruta’. Cuando un padre se obsesiona por que su hijo brille (y no solo en el deporte), eso suele acabar mal».

En el artículo citan un corto que os recomendamos ver con vuestros hijos e hijas, se titula “Seis Contra Seis” . No os lo perdáis.

Tengo muy claro que siempre estamos educando y siempre somos modelos educativos, aunque nuestros hijos e hijas tengan 17 ó 27 años. El que los progenitores pierdan los papeles, insultando al árbitro, a las otras personas que compiten, y a las familias de éstas, no es nada educativo. Bueno, educar educa, ¿pero era eso lo que queríamos que aprendieran?.

A mí lo que me da ánimos, es que, según el artículo, los chavales y chavalas muchas veces dan buen ejemplo a sus familias. Materia prima tenemos. El tema ¿es cómo la trabajamos?

Imagen vía: Flickr (CC)

¿Nos pueden hablar con tranquilidad nuestros/as hijos/as sobre su identidad u orientación sexual?

No hace mucho he leído un libro donde un hijo reconstruye amorosa y pacientemente la figura de su padre. La obra está llena de trazos de la vida de ambos. Y me quedo con uno que tan bien recoge el buen hacer de un buen educador, sobre cómo nos enfrentamos a la sexualidad de nuestros hijos. Dice:

”…Con mi padre yo podía hablar de todas estas materias, y consultárselas directamente, porque siempre me oía sin escandalizarse, tranquilo, y me contestaba en un tono entre amoroso y didáctico, nunca de censura. En la mitad de mi adolescencia, (…), me ocurrió algo que me pareció muy extraño, y que llegó a atormentarme durante años. La vista de los genitales de mis compañeros de clase, y sus juegos eróticos me excitaba, y yo llegue a pensar con angustia, por eso, que era marica. Se lo conté a mi papa con ánimo transido de miedo y de vergüenza, y él me contestó, sonriendo muy tranquilamente, que era pronto para saberlo definitivamente, que tenía que esperar a tener mas experiencia del mundo y de las cosas, que en la adolescencia, estábamos tan cargados de hormonas que todo podía ser motivo de excitación, (…), pero que eso no significaba que yo fuera homosexual. (…) me quiso aclarar que, (…) eso tampoco tendría ninguna importancia, siempre y cuando yo escogiera aquello que me hiciera feliz, lo que mis inclinaciones más hondas me indicaran, porque uno no debía contradecir a la naturaleza con la que hubiera nacido, fuera la que fuere, y ser homosexual o heterosexual era lo mismo que ser diestro o zurdo, sólo que los zurdos eran un poco menos numerosos que los diestros, y que el único problema aunque llevadero, que podría tener en caso de que me definiera como homosexual, sería un poco de discriminación social, en un medio tan obtuso como el nuestro, pero que también podía manejarse con dosis parejas de indiferencia y de orgullo, de discreción y escándalo, y sobre todo con sentido del humor, porque lo peor en la vida es no ser lo que uno es, (…), y advirtiéndome que en todo caso lo más grave, siempre, lo más devastador para la personalidad, eran la simulación o el disimulo, esos males simétricos que consisten en aparentar lo que no se es o en esconder lo que se es, recetas ambas seguras para la infelicidad…”.

Allá por los años 70 esto es lo que le respondió Héctor Abad padre a Héctor Abad hijo y ahora estaría bien preguntarnos qué seremos capaces de responder nosotros/as a nuestros/as hijos/as 40 años después, si se nos acercaran con semejante duda.

Imagen vía: Sanarte

El Teléfono Zeuk Esan ¿Qué es?

Saludos a todas las personas que nos seguís en este blog.

Tras un largo parón debido a causas técnicas ajenas a nuestra voluntad (¡qué ganas teníamos de decir esto!) ¡¡¡Por fín estamos de vuelta!!!

Muchas personas habéis preguntado qué ocurría, a qué se debía este silencio y si seguía activo el servicio.

Ataque informático, no funcionaban los blogs, y sí, el servicio sigue activo.

Sí, en respuesta a algunas preguntas, seguiremos en activo y haciendo lo de siempre. ¿Que qué es lo de siempre? Os lo explicamos.

Zeuk Esan, es el Teléfono de Ayuda a la Infancia y a la Adolescencia del Gobierno Vasco, también llamado, Teléfono del Menor. Nació en la confluencia de varias circunstancias.

Por una parte, en respuesta al artículo 42 de la ley 3/2005, de 18 de febrero, de Atención y Protección a la Infancia y a la Adolescencia, que cita como una de las obligaciones legales, el derecho del menor a acceder a servicios de información gratuitos de contacto telefónico o electrónico.

Por otra parte, a consecuencia del Dictamen de la Comisión de Asuntos Sociales del Parlamento Europeo, que en 2010  instó a todos los países miembros de la Unión a poner en funcionamiento el 116111 como teléfono armonizado para la Unión Europea en temática infanto-juvenil.

Así comenzó el 5 de octubre del 2010 la andadura de este servicio con sus diferentes espacios de comunicación: la atención telefónica en el 116 111, la web de Zeuk Esan, las RRSS, el canal de YouTube, Zeuk Esan Aldizkaria  y un blog para personas adultas y otro para menores de edad, con la oportunidad abierta para quien lo desee de participación en ambos.

Junto a ello, nos encontramos el equipo de profesionales de la psicología y la educación social que orquestamos estas herramientas.

A través del 116 111, atendemos el amplio abanico de cuestiones que se nos plantean Estos temas, de lo más variado, giran principalmente en torno al acoso escolar, a las dificultades de relación entre iguales, o los que se dan en la familia. También están las cuestiones afectivo-sexuales, los problemas de autoestima, de soledad, entre otras.

A veces hay gran sufrimiento, otras, mucha necesidad de compartir, de sentir que alguien les está escuchando al otro lado. También nos hemos encontrado con gran satisfacción por la superación de miedos o de dificultades y con muestras de agradecimiento por nuestra labor.

Tal y como señalábamos arriba, los blogs son un espacio abierto a la participación de quien quiera, en donde publicamos vuestras historias, con vuestro permiso, cambiando datos para preservar la confidencialidad y el anonimato. Otras veces, compartimos alguna reflexión, vuestra o propia; que lo que aquí escuchamos da para pensar mucho.

Recordad que tanto el 11611 como los blogs, son vuestro espacio. Si tenéis alguna consulta, ¡¡no dudéis en llamar al 116111!!

 

 

 

 

Agresividad y violencia (3ª parte)

En los post anteriores, venimos señalando que la agresividad es algo inherente a la naturaleza del ser humano. Y no sólo eso;  también hay que destacar que es una forma de decir, de señalar “un sufrimiento” que no se sabe mudar en palabras. Esto nos puede parecer sorprendente, pero es indudable el valor de mensaje y de demanda del comportamiento agresivo, aunque la forma que se elige para “decirlo” hace que lo que se necesita del otro, nunca llegue a ser recibido, bien porque el modo agresivo genera miedo o rechazo, pero fundamentalmente, porque la petición de fondo que el acto agresivo lleva encriptado, es una demanda a la madre o al padre. Esta es la hipótesis que planteábamos en el primer post de esta serie.

Agresividad y violencia

En el segundo, ampliábamos el concepto de agresividad también sobre aquellas conductas dirigidas hacia el interior del propio sujeto (autoinculpación, entre otras) y, asimismo, sugeríamos la idea de que serían las primeras experiencias de cuidado las que configurarían  nuestra tendencia a manifestar este impulso agresivo hacia el exterior, como mensaje al otro, o hacía el interior de uno mismo. Estas últimas, tienen también un indudable componente de mensaje. Recordemos si no las cartas de quienes deciden quitarse la vida.

En este tercer post introduciremos un tercer nivel de complejidad: el binomio agresividad-violencia. Continuar leyendo «Agresividad y violencia (3ª parte)»

La agresividad y la falta de cuidados – 2ª parte-

pasivo-agresivoEn el post anterior, concluíamos que el mejor antídoto para proveer de un adecuado desarrollo evolutivo a un niño/a, es la estabilidad en el seno de su hogar. La relación entre buen trato y estabilidad emocional parece evidente, como también lo parece el que la conducta agresiva pueda ser entendida como fruto de la falta, la escasez o la interrupción en la provisión de cuidados materno-filiales.

No obstante, de la falta o escasez de cuidados también crecen niños/as con poco tono y una actitud huidiza o temerosa. Ósea que ante similares escenarios materno–filiales, habría niños/as que a la postre pudieran desarrollar actitudes demandantes, atrevidas y/o confrontativas, como reacción de exigencia ante lo que sienten que se les ha privado. Pero también habrá quienes decidan invisibilizarse ante la mirada ajena. Niños/as, que van desarrollando una noción de carencia de valor de sí, que les limita el deseo de explorar el contacto con los demás.

En el primer caso, la actitud agresiva adquiere una vertiente externalizante, manifestándose en la relación, mediante la actitud de desafío, control, exhibición o similar. Y en el segundo caso, la  agresividad se internaliza, se “traga”, se guarda, generando autoinculpación.

Ambas, tanto la que se manifiesta hacia fuera, como la que se expresa hacia el interior de si, son expresiones de la agresividad, entendida ésta como impulso que nos permite seguir adelante, como fuerza que nos ayuda a abrirnos camino y subsistir tanto biológicamente, psicológica como socialmente.

Las dos modalidades representan modos peculiares de afrontar las relaciones y dependerá del grado de desajuste que presente su puesta en práctica, el que puedan llegar a ser considerados como conducta problema. En tal caso, hablaríamos de expresiones mal moduladas del impulso agresivo.

¿Qué queremos decir con “expresiones mal moduladas”? Lo hablaremos en el próximo post

La agresividad y la falta de cuidados

agresividad y la falta de cuidadosLa agresividad es algo inherente a la naturaleza del ser humano. Es una emoción, como lo puede ser la alegría o la tristeza. Además, la manifestación de la misma se debe entender en función del momento en que aparece, de las causas que la precipitan, hacia quién va dirigida y el por qué.

Los bebés cuando nacen manifiestan agresividad. Tienen hambre y lloran, se sienten sucios y gritan, se sienten solos y se quejan.

Hasta aquí todo normal, nadie siente que esta expresión de agresividad tenga que ver, con algo problemático. La madre o el padre son capaces de entender en qué momento aparecen estas manifestaciones, qué causas tienen que ver en la situación que se genera, hacia quién se dirige el niño y el por qué. La familia responde adecuadamente hacia la petición, que entiende que le hace el niño, es capaz de tranquilizarlo y de cubrir sus necesidades.

Esto es lo que pasa en la mayoría de las familias, pero algunas se preguntan ¿por qué no se calma este niño?

Bien, descartemos problemas de índole física, que podrían estar interfiriendo en las sensaciones del menor. A veces ocurre que la provisión de cuidados suficientemente buenos, se interrumpe. Problemas en la pareja, laborales, individuales en alguna de las dos figuras parentales, provoca que la situación de estabilidad familiar se vea menoscabada. Así pues la percepción del niño se ve influenciada por estos problemas externos que le afectan en su desarrollo interno, provocando un nivel de tensión mayor que en ocasiones es más difícil de calmar por un medio ambiente, que a su vez está atravesando un mayor momento de inestabilidad. Continuar leyendo «La agresividad y la falta de cuidados»

Capacidades Generacionales

Capacidades generacionales

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy hemos realizado una formación y me he puesto nostálgico. He echado la vista atrás a cuando yo también era adolescente y vivía en casa con mis padres y tocaba, por aquel entonces, programar el vídeo, un vetusto aparato VHS que servía para grabar a mi madre la telenovela venezolana de la sobremesa y así pudiese verla a la tarde, después de trabajar. Recuerdo que aquella tarea que a mí me parecía facilísima, a mis padres les resultaba tremendamente complicada y, al final, siempre tenían que recurrir a mí para ello.

Y me he acordado de ésto porque mi hijo de 15 años se ha empecinado en que tengo que hacerme una cuenta en Facebook, otra en Twitter, que además, si quiero leer mis periódicos favoritos en Internet, tengo que hacerme con un lector de RSS y también me ha dicho que me tengo que hacer una cuenta en Google para así utilizar la aplicación Calendar y apuntar en ella mis citas, mis reuniones, etcétera.

Y ahí me he sentido como mis propios padres cuando éstos se enfrentaban al maquiavélico reproductor de vídeo. Supongo que, poco a poco, con tiempo y poniéndome en serio a ello, podría llegar a hacer muchas de las cosas que mi hijo me ha propuesto, pero sé que a él no le cuesta tanto y le encanta hacer todas esas cosas y mostrar sus capacidades.

Al fin y al cabo, parece que cada generación trae, de serie, unas competencias tecnológicas superiores a la anterior. En este caso es mi hijo con las redes sociales e Internet o eran mis padres conmigo y la programación del vídeo o es mi sobrino de 6 años manejando el ratón del ordenador y dándole mil vueltas a mi hermano (su padre) en estas lides. Continuar leyendo «Capacidades Generacionales»

Porque a veces conviene recordar…

Porque a veces, conviene recordar…

Todavía me asombro al escuchar a ciertos/as padres/madres hablar sobre lo que será su infante de mayor. Ese tono orgulloso y soberbio, seguro del cumplimiento de la expectativa y el sueño que en sus más profundas vísceras sigue candente; esa ansiosa idea de que los hijos son reproducciones de sus padres/madres, y, en realidad, tiende a ser así. Cuánta diferencia, pero, entre encadenarles a unos sueños de adultos “infantiles”, o, dejarles libres para que puedan descubrir cuáles son sus sueños. Esos sueños que toman forma en base a la experiencia; esas ocurrencias que se incrementan cada vez que optan por un juguete y no por otro; esas ensoñaciones casi reales, en el momento que se disfrazan de aquel que pisó la luna, de aquella corredora que, aunque no gane los Juegos Olímpicos, se la ve día tras día entrenando, luchando por conseguir sus metas; de ese pescadero de la tienda de enfrente, y, esa mujer que trabaja contra viento y marea por conseguir subvenciones para el desarrollo de una vacuna.

No entiendo a los/as padres/madres que dicen querer lo mejor para sus hijas/os y vuelven a repetir los cánones ya mencionados. Entiendo  el querer darles unos estudios prestigiosos, (atiborrados, por cierto, de materia “olvidadiza”), de vestirlos los domingos y, todos los días de la semana con ropa valorada en quitar el hipo y cuatro sustos y medio; llevarlas/os a restaurantes donde el aroma de la clase alta cubre la elegancia de los sabores más exquisitos del mercado, y acudir a esas citas donde la humanidad se disfraza de Gucci, Armani y Chanel, creyendo que eso les convertirá en alguien.

Y no pretendo dirigirme sólo a este sector, por supuesto. Están los/as padres/madres que viven en un barrio obrero, incluso en un caserío a las afueras del pueblo; esos ancestros, ¿Qué peso dejan a su progenie, verdad? La quesera que quiere que su hija sea una cantante famosa con tal de que no se quede a vivir en el campo; ese obrero que intenta que su hijo sea bueno en matemáticas, y después ingeniero. Esa dependienta que sería feliz si su hijo fuese abogado, o tal vez médico; ¿Y el artesano? ¿No querría que su hija fuese artista, o dentista, o alguien con prestigio?

Y mi pregunta es, ¿Le habrá preguntado alguien a su pequeña/ño cuál es su sueño? ¿En qué momento han compartido estos/as padres/madres sus experiencias con sus hijas/os? Seguro que este no es el momento. El momento donde, las/os niñas/os se ven desbordadas/os por la carga del colegio, por los deberes interminables, por las expectativas que la sociedad (incluyendo los/as padres/madres) tiene sobre ellas/os; en ese momento donde la responsabilidad de un/a niño/a no es acatar las exigencias del sistema, y aun así contribuimos a ello. ¿Cómo les vamos a preguntar cuáles son sus sueños, si no tienen tiempo para soñar?

Una vez escuché la palabra regresión. También arraigo. Y no viene a colación la acepción que le damos a estas palabras según el diccionario. Vayámonos más lejos. A nuestra infancia, a nuestros sueños, a nuestros planes. A la libertad de revivir esas sensaciones tan gratas que ya quedaron en el olvido; a los ingredientes de la ilusión de poder elegir lo que queríamos ser, construir, desear.

Volvamos a recordar, que un día nosotras/os también fuimos niñas/os, y, que pocos o nadie nos preguntó cuál era nuestro sueño. ¿Queremos lo mejor para las/los pequeñas/os? Pues permitámosnos revivir, sentir, experimentar de nuevo aquello que sigue en cada una/o de nosotras/os y por supuesto, a ellas/os dejémosles, animémosles, ayudémosles a  soñar.

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